LEGION DE ANGELES de Scout Stewart -HERNANDO HARB

domingo, 6 de junio de 2010 en 17:29















LEGIÓN DE ÁNGELES

Título original: Legion

Estados Unidos, 2010

Género: Suspenso

Director: Scout Stewart

Guión: Meter Schnik – Scout Charles Stewart

Fotografía (en colores): John Lindley

Música: John Frizzell

Montaje: Steve Kemper:

Productores: David Lancaster, Michel Litvak, Marc Sadegh

Intérpretes: Paul Bettany (Arcángel Michael) – Lucas Black (Jeep) – Adrianne Palicki (Charlie) – Dennos Quaid (Bob) – Kate Walsh (Sandra) – Jon Kennedy (Howard) – Tyresse Gibson (Kyle)

Duración original: 92’

Estreno en Argentina: 3 de junio de 2010

Calificación: No apta para menores de 13 años


Este segundo largometraje de Scout Stewart (encargado de efectos películas de exitosas superproducciones) dicen que provocó las iras de algunos grupos cristianos. Una pérdida de tiempo que merecía mejores objetivos. Hay gentes que merecen el perdón divino, no san lo que hacen.

La historia casi bizarra sino fuera por la millonaria producción y el despliegue de sonido comienza con el mismísimo Arcángel Miguel robando en una corrompida Los Ángeles un armamento. Luego de matar a dos policías se va con dos bolsos cargados rumbo a un restorán perdido en un desierto de USA cuyo nombre es (prevención de los guionistas) Paradise Falls con el fin de ayudar a una camarera que está a un mes de dar a luz. Bueno, es una madre soltera que desconoce quién es el padre del bebé y cuyo compañero de trabajo (Jeep, un bobalicón enamorado hasta el punto de prohijar al que se asoma al mundo en latitudes tan solitarias) es el hijo del dueño del local (Bob, marido abandonado, comerciante quebrado).

El plan del alado Miguel se explica. Dios está enojadísimo con la raza humana (una voz femenina en off se encarga de decir –al comienzo y al final del filme- que los hombres han terminado por hacer del mundo un basurero sin arreglo, en verdad no dice basurero, puesto que es una divinidad aggiornada al léxico de estos tiempos.

La gente del restorán recibe algunas visitas antes de la del alado personaje: un matrimonio con hija adolescente ninfómana y el auto descompuesto, un negro delincuente, una dulce ansiada que resulta ser una adicta a la carne humana y que se trepa por las paredes como una mujer araña, y una invasión de moscas provenientes no de precisamente de Egipto, a la que le seguirá una plaga (más peligrosa) de especímenes humanos dispuestos a aniquilar a los reclutados por azar en el boliche (incluido un negro cocinero que lee la Biblia con mucho afán).

Pero llega el Arcángel (quien se ha despojado de sus alas) con sus armas y una decisión: convertirse en el ángel rebelde porque no acepta las órdenes del Supremo Arquitecto (terminar con los terráqueos por pecadores irredimibles).

Si el bebé de la mesera nace, la orden del Altísimo se va al infierno y los colegas alados (presididos por un musculoso Gabriel) fracasarán. Miguel es un personaje de cómic capaz de disparar a los caníbales que invaden el lugar con ferocidad imaginativa: hay un rubicundo niño con voz de ultratumba que prefiere prenderse al cuello de un humano antes que saborear un chupetín.

Es fácil imaginar lo que sigue. Abundan los gags humorísticos para aliviar algún derrame de sangre: hay una nena con globo de cumpleaños no vegetariana, el dueño del local se manda un buen chiste antes de morir) y algún guiño cinéfilo: el televisor se descompone justo cuando James Stewart indaga por un ángel en la optimista ¡Qué bello es vivir!.

Legión de ángeles no pretender ser más que un entretenimiento con final abierto y asperjado de incienso. Al final Dios sabe lo que hace y comprende que la bondad vale más que un par de majestuosas alas. Y los arcángeles son hermanos al final, aunque se peleen por cumplir las consignas del enojado Padre.

Hay suspenso por doquier, cánticos religiosos como fondo, mucha sangre y hasta la presencia a medianoche de una camioneta que –altavoz mediante- vende ice creams. El heladero de medianoche (un avejentado Josh Stamberg) resulta ser un muerto viviente, como era de esperar.

Si el boicot de los grupos religiosos hubiera sido exitoso, una legión de adolescentes y adultos adictos a estos platos fuertes se habrían privado de una de suspenso y hasta echar una hojeado al Libro de los Libros, aunque más no sea el salmo que precede a esta ficción coloreada con el rojo que deben tener los exponentes de un género que promete invadir las pantallas (hasta en tridimensional). A prepararse. Así sea.


Hernando Harb

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