MONGOL de Sergei Bodrov - Hernando Harb

domingo, 2 de mayo de 2010 en 12:11














Título: Mongol

Título original: Mongol

Año: 2007/8

Intérpretes: Adanobu Asano (Temudjin/Genghis Khan) – Honglei Sun (Jamukha) – Khulna Chuluun (esposa de Temudjin)

Dirección: Sergei Bodrov

Duración: 126 minutos

Origen: Rusia

Producción: capitales rusos, alemanes, mongoles y kazajos.

Género: Biografía

Estudio: Andreevsky Flag Film Company, Karma Films

Sin fecha de estreno en la Argentina

Fecha de estreno en España: 5 de diciembre de 2008

Fecha de estreno en los Estados Unidos: 6 de junio de 2008


Maravilloso filme el del estupendo Sergei Bodrov cuyo estreno en la Argentina, anunciado para el 11 de marzo de 2010, fue postergado sin previo aviso y exiliado a horarios nocturnos de alguna televisora de cable. Es una de las tantas “distracciones” de las distribuidoras que se dedican a publicitar espantosas producciones en lugar de difundir un cine al que es fácil augurarle una gran repercusión en diversos niveles, tanto intelectuales como de edad. Esta aproximación a la juventud del legendario Genghis Khan es imposible de vincularla con “Los siete samurais”, la obra maestra de Akira Kurosawa que desplegaba un argumento que podía resumirse como el modo de fundar el Estado. En este filme soviético Bodrov desarrolla el origen de una Nación a través de una aproximación a la leyenda del maestro (khan) Jamushka, hijo de una mongol secuestrada por el jefe de una tribu nómada. El realizador emplea estudios antropológicos, versiones orales y se toma la libertad de dar rienda suelta a la imaginación para contar las aventuras del gran conquistador nacido entre los años 1155 y 1167, predestinado a unificar a Mongolia y a unificarla no sólo a través de un idioma “que se parece a música”, como murmura a sus hijos repitiendo el sustantivo carne como si fuese una nota musical. Las escenas de exteriores son impresionantes, con una fotografía en colores que se aproxima a la gama cromática de la naturaleza vasta que recoge en medio de un montaje exacto, en el que las batallas duran lo necesario como para no desbandarse en violencias innecesarias pero alcanzando un dramatismo heroico infrecuente, al que Bodrov nos tiene acostumbrados (recuérdese la esplendidez de “Prisionero de las montañas”). A este dinamismo estilístico se suma una construcción de diálogos que conviven con los silencios sugerentes y las miradas trascendentes sustitutas de inútiles verborragias.

El realizador obtiene un poder de síntesis notable, como por ejemplo al explicar las inquietudes religiosas del protagonista: adorador del Dios del Trueno éste se asoma casi humano con la forma de un lobo que “escucha” y “aprueba” sus “oraciones”. Otro ejemplo es el temor tribal hacia los estruendos celestiales que anticipan una tormenta, de los cuales los soldados se cobijan en sus estandartes para huir de la furia del cielo, el mismo Genghis de niño se protege en los brazos potentes de su padre, un “khan” de su grupo combativo, cuya muerte lo hará libre de todo refugio y de no temer al rugido de su dios. “¿Por qué no Le tienes más miedo?”, le inquiere un subalterno. “Porque no tengo estandarte con qué protegerme”, responderá y elevará el coraje de sus tropas asustadas ante una derrota cercana. La presencia de su bella mujer juega un papel impredecible en las actitudes de este unificador del siglo XIII. Bella y femenina, audaz y amante, emite algunos juicios drásticos que tienen eco en la personalidad del viril luchador, quien al ser nombrado segundo maestro de sus guerreros, su mujer insinúa “que no existen dos “khans” para un solo ejército, impulsándolo a enfrentar a su hermano de sangre Y así el ruso se encarga de reconstruir una vida legendaria, primero a través de un prolongado racconto, luego de batallas dignas del mejor cine ruso. Ciclópea tarea la de Bodrov pero digna de admirarla, sobre todo conociendo que una de sus fuentes (quizás la única) inspiradoras haya sido el poema “La historia secreta de los mongoles”, de la cual extrae versos dispares pero bellos como aquél que su padre le desliza cuando (a los nueve años de edad) debe elegir a su futura mujer: “Fíjate en sus piernas, deben ser lo suficientemente fuertes como para disfrutar”.

Párrafo aparte merece el reparto, en el que se distingue el actor japonés Adanobu Asano, quien recuerda la prestancia de Toshiro Mifune (un actor radicado en Japón pero nacido en China). Y no desentone el chino Honglei Sun asumiendo el personaje ambiguo de su querido hermano y más terrible enemigo. El resto del elenco es mongol, incluida la hermosísima Khulna Chuluum, que con sensibilidad (compartida) interpreta la escena del primer acto de amor que llevará con su esposo en medio de la soledad de la montaña (“No te toco aún, porque soy capaz de partirte en dos”, le advierte el consorte tomándole de la mano rumbo a la planicie. Notable película, que la insensatez de algunos no ha permitido su estreno en la Argentina. Ni siquiera promocionado que fue candidata al Oscar a la Mejor Película Extranjera de 2008. Con selecciones así, los aficionados al cine debemos bucear en las más exóticas aguas que algunos medios de cinefilia nos ofrecen.


Hernando Harb

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