THE QUIET De Jamie Babbit - Hernando Harb

viernes, 20 de agosto de 2010 en 16:38















THE QUIET

De Jamie Babbit


Los Deer, una familia de Austin, California, clase media acomodada. El relato penetra en la intimidad a través del relato interior en off de Dot, una ahijada recientemente huérfana adoptada por los prolijos integrantes de este tinglado estadounidense.

Paul, el padre es un arquitecto que atiende a su esposa, Olivia, una mujer que sufre de los nervios y sobrevive empastillada con los remedios que su cónyuge le compra puntualmente. Nina, la única hija, es una discreta alumna, porrista del equipo de básquet del colegio.

En el medio está Dot, una sordomuda que en medio de la multitud se siempre invisible. “Lo terrible de mi invisibilidad es que nadie me percibe, pero yo noto las presencias de los demás”, medita.

Cada personaje esconde un secreto, a veces lo comparte en silencio con otro, pero cohabitan usando la mentira como escudo o para soportar una vida disfuncional que las apariencias protegen.

Dot es una especie de falsa nerd, conocedora de lo que esconden los Deer, toca a solas sonatas de Beethoven que su padre (cuyas cenizas guarda en un cofre) le ha enseñado mediante un método no precisamente tradicional) y soporta las confidencias de los que la rodean leyendo los labios. Sabe de la violencia de Nina y sus deseos criminales, las intimidades de Connor, un joven virgen compañero de las clases de biología, las feroces autocríticas de Paul al borde de su lecho, la adicción a los somníferos de Olivia, las extravagancias de la obesa Fiona… Es su mutismo que la convierte en una confesora que la convertirá en el detonante de la tragedia elaborada por los muy jóvenes guionistas Nazemian y Scraft con habilidad y audacia, quienes optaron por cercenar algunas facetas clave de algún personaje menor (el lesbianismo no asumido por Fiona, por ejemplo) para no cargar las tintas del drama que huye del folletín pero que no puede evadir los peligros del thriller.

Si bien el espectador va descubriendo paulatinamente las sorpresas que le depara el relato no es honesto anticiparlas para que “The Quiet” (“La invisible”) no deje de ser un estimable filme psicológico que, al fin de cuentas, su mayor objetivo es mostrar el angustioso periplo de dos muchachas que necesitan liberarse de la disfuncionalidad paterna que ambas soportan en un clímax de amor-odio.

La actuación es óptima. Camilla Belle fue seleccionada a través de un exigente casting comandado por la directora televisiva Jamie Babbit . Compone a una sordomuda con matices exactos y en el desenlace lo ilógico se vuelve explicable. Edie Falco es una señora Deer exacta (sus ojos entrecerrados, sus silencios, los ruegos lastimosos en el lecho matrimonial no requieren ni de exageraciones ni de mayores primeros planos). Un párrafo para Shawn Ashmore, un jovenzuelo que usa a Dot para poder hablar sus desvaríos (supuestos) de adicto sexual y de sus múltiple onanismo.

En definitiva: un elaborado drama, fotografiado con luz natural (la luz de la luna, el sol penetrando enormes ventanales) para compensar la técnica digital para trasmitir penumbras escenográficas que son las culposas oscuridades que el alma humana intenta no compartir con la del próximo por temor a descubrirse tal cual es.

Hernando Harb

EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE de M.Night Shyamalan - HERNANDO HARB

en 14:30















EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE

de M.Night Shyamalan


Título original: The Last Airbender

EE.UU., 2010

Género: Aventuras/Acción

Distribuida por Paramount Pictures & Nickelodeon Movies

Director: M. Night Shyamalan

Guión: M. Night Shyamalan

Productor: José L. Rodríguez

Música: James Newton Howard

Montaje: Conrad Buff

Fotografía en colores y pantalla en 3D: Andrew Lesnie

Hablada en inglés (hay copias estrenadas en castellano)

Fecha de estreno en la Argentina: 12 de agosto de 2010

Intérpretes: Noah Ringer (Aang-Avatar) – Nicola Pelitz (Katara) - Jackson Ratbone (Sokka)- Cliff Curtis (Lord Ozai)- Aasif Mandvi (Commander Zhao) – Dev Patel (Príncipe Zuko)

Duración: 120’


El caso del artesano de origen indio Manoj Night Shyamalan se presta para el asombro. Desde 1992 no deja de rodar filmes de altos presupuestos y exóticas tramas que logran una repercusión popular debido a un excelente aparato productivo.

Éste “El último maestro…” es un ejemplo. Filmada en tridimensional, con una cantidad de productores de diversas procedencias y siguiendo lineamientos presuntuosos de guiones propios el joven MNS se aboca con un afán que podría tener un mejor destino desde 1992 a lanzar películas que, en el mejor de los casos, se vincularían con el género de la fantasía, combinada con acciones multitudinarias, efectos especiales, extraterrestres solapados, espíritus de otro mundo y hasta el fin de la Tierra por culpa de humanos desatentos con la Madre Naturaleza.

Su tercera película, “Sexto sentido” (1999), tuvo los halagos de críticos apresurados y de un público aficionado a visitantes cuyas almas no desean despedirse y marcharse al otro mundo. Le siguieron algunas otras como “Señales” (2002, con Mel Gibson, donde los E.T. asolaban una chacra), “La aldea” (2004, indigna demostración de cine de misterio con un desconcertado William Hurt), “La joven del agua” (2006, con una náyade que molestaba las cañerías que desembocaban en un natatorio), “El fin de los tiempos” (2007-08, donde las desventuras de un grupito de seudopersonajes descubrían que el desastre ecológico se avecinaba).

Hasta que arribamos a “El último maestro del aire” donde nos cuenta este hindú-norteamericano que hay cuatro naciones (Aire, Agua, Tierra y Fuego) renacidas de una serie televisiva filmada en 2005 y que (por suerte) no llegó a nuestra maltratada (por diversos motivos) televisión.

Dos hermanos (la bonita Katara y el más o menos intrépido Sokka) buscan alimento para su comunidad en medio de icebergs, hielo, estalactitas y lagos congelados. Pertenecen al mundo del Agua, por supuesto. Hasta que a los cinco minutos de iniciado el filme, la pareja descubre que los habitantes del territorio ígneo tienen intereses de dominar a los otros tres con la ayuda portentosa de una flotilla de barcos que no se mueven de la costa durante las dos horas de duración de la historieta. Tampoco vemos cómo descienden los colonizadores de las negras naves porque el montaje de Conrad Buff evita hacérnoslo saber.

Nunca falta el héroe salvador: esta vez en un niño, un Avatar llamado de entrecasa Aang, con suficientes enseñanzas de monjes presididos por uno que permanece en una cueva y se asoma para que el uso del 3D se luzca en algún momento de la soporífera saga cuya estruendosa música de James Newton Howard se encarga de aturdir a los juveniles espectadores y a padres azorados de tanta impericia reunida como un manojo de cardos lanzados de una pantalla en la que se puede distinguir al actor de “Slumdog Millonaire” (2008, Oscar a la Mejor Película del Año), el morocho nacido en EE.UU. Dev Patel, que pretende hacer carrera desde que el tándem integrado por el inglés Danny Boyle y su ayudante hindú Loveleen Tandan suponen haberlo consagrado en esa comedia ambientada en barrios marginales y programas de preguntas y respuestas de la TV del país del Taj Majal.

En cuanto al incongruente guión de MNS para muestra basta un botón:

“Los espíritus adoptan formas diversas” , apunta alguien mirando al cielo.

“Vendrán en nuestra ayuda”, acota otro.

“Hay que tratarlos con amabilidad”, remata el primero.

Si alguien sospecha que este diálogo es incoherente por haber sido extraído de contexto se equivoca. Si se piensa que hubo un error de traducción, también. La verdad es que como estas “erudiciones” hay a montones y uno no sabe qué sentido le otorgan al libreto.

Pero no importa, para entretenernos están las piruetas de Avatar y Katara, de cuyos dedos surgen torrentes (sí, torrentes) capaces de inaugurar lagunas o huracanes que pueden sepultar a todo los integrantes de la ficha técnica de este filme que se inicia con un letrero que anticipa: “1. Agua”. De lo que se deduce que se preparan tres postproducciones con los respectivos elementos que permitan que la humanidad exista.

De manera: que los colonizadores de la comunidad del Fuego insistirán en sus propósitos. Esperemos que las cuentas no den un saldo positivo y los productores retrocedan en sus intenciones.

Lástima por el Avatar: es un preadolescente muy simpático ye insistente atleta (tal vez aquí esté su futuro).


Hernando Harb

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