EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE
de M.Night Shyamalan
Título original: The Last Airbender
EE.UU., 2010
Género: Aventuras/Acción
Distribuida por Paramount Pictures & Nickelodeon Movies
Director: M. Night Shyamalan
Guión: M. Night Shyamalan
Productor: José L. Rodríguez
Música: James Newton Howard
Montaje: Conrad Buff
Fotografía en colores y pantalla en 3D: Andrew Lesnie
Hablada en inglés (hay copias estrenadas en castellano)
Fecha de estreno en
Intérpretes: Noah Ringer (Aang-Avatar) – Nicola Pelitz (Katara) - Jackson Ratbone (Sokka)- Cliff Curtis (Lord Ozai)- Aasif Mandvi (Commander Zhao) – Dev Patel (Príncipe Zuko)
Duración:
Éste “El último maestro…” es un ejemplo. Filmada en tridimensional, con una cantidad de productores de diversas procedencias y siguiendo lineamientos presuntuosos de guiones propios el joven MNS se aboca con un afán que podría tener un mejor destino desde
Su tercera película, “Sexto sentido” (1999), tuvo los halagos de críticos apresurados y de un público aficionado a visitantes cuyas almas no desean despedirse y marcharse al otro mundo. Le siguieron algunas otras como “Señales” (2002, con Mel Gibson, donde los E.T. asolaban una chacra), “La aldea” (2004, indigna demostración de cine de misterio con un desconcertado William Hurt), “La joven del agua” (2006, con una náyade que molestaba las cañerías que desembocaban en un natatorio), “El fin de los tiempos” (2007-08, donde las desventuras de un grupito de seudopersonajes descubrían que el desastre ecológico se avecinaba).
Hasta que arribamos a “El último maestro del aire” donde nos cuenta este hindú-norteamericano que hay cuatro naciones (Aire, Agua, Tierra y Fuego) renacidas de una serie televisiva filmada en 2005 y que (por suerte) no llegó a nuestra maltratada (por diversos motivos) televisión.
Dos hermanos (la bonita Katara y el más o menos intrépido Sokka) buscan alimento para su comunidad en medio de icebergs, hielo, estalactitas y lagos congelados. Pertenecen al mundo del Agua, por supuesto. Hasta que a los cinco minutos de iniciado el filme, la pareja descubre que los habitantes del territorio ígneo tienen intereses de dominar a los otros tres con la ayuda portentosa de una flotilla de barcos que no se mueven de la costa durante las dos horas de duración de la historieta. Tampoco vemos cómo descienden los colonizadores de las negras naves porque el montaje de Conrad Buff evita hacérnoslo saber.
Nunca falta el héroe salvador: esta vez en un niño, un Avatar llamado de entrecasa Aang, con suficientes enseñanzas de monjes presididos por uno que permanece en una cueva y se asoma para que el uso del 3D se luzca en algún momento de la soporífera saga cuya estruendosa música de James Newton Howard se encarga de aturdir a los juveniles espectadores y a padres azorados de tanta impericia reunida como un manojo de cardos lanzados de una pantalla en la que se puede distinguir al actor de “Slumdog Millonaire” (2008, Oscar a
En cuanto al incongruente guión de MNS para muestra basta un botón:
“Los espíritus adoptan formas diversas” , apunta alguien mirando al cielo.
“Vendrán en nuestra ayuda”, acota otro.
“Hay que tratarlos con amabilidad”, remata el primero.
Si alguien sospecha que este diálogo es incoherente por haber sido extraído de contexto se equivoca. Si se piensa que hubo un error de traducción, también. La verdad es que como estas “erudiciones” hay a montones y uno no sabe qué sentido le otorgan al libreto.
Pero no importa, para entretenernos están las piruetas de Avatar y Katara, de cuyos dedos surgen torrentes (sí, torrentes) capaces de inaugurar lagunas o huracanes que pueden sepultar a todo los integrantes de la ficha técnica de este filme que se inicia con un letrero que anticipa: “1. Agua”. De lo que se deduce que se preparan tres postproducciones con los respectivos elementos que permitan que la humanidad exista.
De manera: que los colonizadores de la comunidad del Fuego insistirán en sus propósitos. Esperemos que las cuentas no den un saldo positivo y los productores retrocedan en sus intenciones.
Lástima por el Avatar: es un preadolescente muy simpático ye insistente atleta (tal vez aquí esté su futuro).
Hernando Harb
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