EL CANÍBAL DE ROTEMBURGO de Martin Weisz - HERNANDO HARB

sábado, 14 de agosto de 2010 en 16:25















EL CANÍBAL DE ROTEMBURGO

de Martin Weisz


Título original: “Rohtenburg”

Origen: Alemania,2006

Género: Drama/Terror/Documental

Hablada en alemán

Director: Martin Weisz

Guión: Martin Weisz (basado sobre hechos reales)

Productores: Vanessa Coifman, Marco Weber, Andreas Schmid

Fotografía en colores: Jonathan Sela

Música: Steven Gutheinz

Intérpretes: Keri Russell (Kate Armstrong) – Thomas Kretschmann (Oliver Hartwin)- Thomas Huber (Simon)

Fecha de estreno internacional en Portugal: 25 de abril de 2007

No estrenada comercialmente en la Argentina

Duración original (en Alemania): 90’

Fecha de estreno en DVD en la Argentina (2008): 86’

Calificación: Sólo apta para mayores de 18 años


Kate Armstrong es una estudiante de psicología criminal y debe preparar su tesis para doctorarse. La joven emprende un trabajo basado en un hecho auténtico acerca de un psicópata homosexual, Oliver Hartwin, quien practica canibalismo a través de Internet.

Ése es el eje de este filme basado sobre hechos auténticos que conmovieron al mundo de la ciencia, de la medicina y del periodismo amarillo mundial.

La minuciosa investigación de la estudiante devela recovecos de la mente humana insólitos que la conducen a una extraña transformación de su conducta, que debe frenar a tiempo. Pero el desarrollo de esa puntillosa averiguación es el fruto de un filme inquietante y perturbador,

El amor neurótico es un universo caótico que el realizador Martin Weisz indaga con la laboriosidad de un entomólogo. Lo que parece una historieta de canibalismo se convierte en el deseo de poseer al otro y la no menos imperiosa ansiedad de ser poseído por el ser deseado. Es el amor mutuo llevado a las últimas consecuencias. La empatía física concretada al límite.

Un a posesión sublimada convertida enpatética realidad por la magia del espíritu deformado.

Las imágenes espléndidamente fotografiadas por Jonathan Sela revelan un submundo tan silenciado como intuido más allá del inconsciente colectivo en nuestra sociedad.

Las escenas finales a las que arriba la futura profesora a través de Internet son aterroradoras: una sociedad con sus códigos propios ha fundido una comunidad donde el canibalismo es tan real como algún famoso cuento breve escrito por un inglés para la colección El Séptimo Círculo y los detalles son tan convincentes que dejan perplejo al espectador. Lo que explica los problemas de exhibición que tuvo (y tiene) el filme para estrenarse en la mayor parte del mundo.

Es más. Cualquier curioso internauta actual puede bucear en la web y encontrarse con datos asombrosos (incluido el caso de un caníbal alemán, señor de saco y corbata, que permaneció doce años en prisión y se presta a la prensa alemana a contestar detalladamente su experiencia en la que se baso el guión de Weisz –espléndido, por otra parte- que dio origen a este filme rodado con la crudeza y la prudencia indispensables para mortificar hasta un límite: el del buen gusto.

Las actuaciones son notables. Y es remarcable la toma final, que deja algunas aristas para que el espectador quede inquieto y compruebe que la civilización humana es un terreno aún difícil de reconstruir y más complicada de modelar. Su destino final es imperceptible. La naturaleza humana tiene enigmas que ninguna utopía puede develar y mucho menos armonizar con hipotéticos futuros (optimistas o de lo otros).

En definitiva: un gran filme, recomendable con las prevenciones del caso. Atreverse es un principio para invitar a la indagación. Están convidados.


Hernando Harb

MI VECINO ES UN ESPIA de Brian Levant - HERNANDO HARB

en 16:04















MI VECINO ES UN ESPÍA

de Brian Levant


Título original: “The Spy Next Door”

Origen: EE.UU.,2010

Género: Comedia policial, familiar

Idioma: inglés

Director: Brian Levant

Productores: Robert Munic y Dito Montiel

Guionistas originales: Jonathan Bernstein y James Greer

Fotografía en colores: Thérése DePrez

No estrenada en la Argentina

Fecha de lanzamiento en DVD: 15 de abril de 2010

Intérpretes: Jackie Chan (Bob Ho) – Amber Valleta (Gillian) – Madeline Carroll (Farren) – Will Shadley (Ian)

Calificación: Apto para todo público


Esta es una película ideal para el público infantil en temporada de vacaciones (o un fin de semana). Reúne todas las condiciones que hacen atractivo a un filme para la gente menuda.

Pero hay que hacer una salvedad: ésta es una de Jackie Chan, un actor con admiradores a toda prueba y detractores difíciles de convencer. Algo así ocurría hace unas décadas con el gran Jerry Lewis.

Un poco de historia no viene mal: El verdadero nombre de Chan es Chang Kong Sang, un taiwanés nacido un 7 de abril de 1954, abandonado en la puerta de un circo y criado por artistas acróbatas. Su ámbito de nacimiento fueron las arenas, las jaulas de animales y las acrobacias de todo estilo, desde las emprendidas por la ecuyére de turno hasta por los dioses efímeros de los columpios del aire.

Una vida nada fácil.

De ahí pasó adolescente a integrar un coro de acróbatas de la Ópera de Pekín. Y las volteretas de la vida hicieron que algún astuto comerciante se fijara en su estilo acrobático y lo probara para filmes de tercer orden, de ésos que los chinos consumen a carradas y premian con carcajadas.

En 1996 un perspicaz comerciante del cine se fija en “Rumble in the Bronx” (1996) y le llama la atención ese hombrecito que parece volar en el aire y hasta asemejarse a un bailarín de un ballet acrobático de heterogénea coreografía. El resultado: el primer gran éxito entre el público norteamericano. La comedia era entretenida, contenía un mensaje antipandillero y había un romance almibarado en medio de casas que se derrumbaban y jovencitos que acataban los buenos consejos de sabios uniformados vestidos de azul.

Jackie Chan tiene una cincuentena de películas. Algunas de muy buena calidad, como la saga de “Rush Hour” (“Hora punta”, 1998) iniciada con tal suceso que en la tercera de la serie, filmada en París, se ofreció a participar ni más ni menos que el soberbio Roman Polanski.

En Hollywood intercambió un poco su libertad imaginativa por dar rienda suelta a las extravagancias cibernéticas con “El esmoquin” (2002) o visitar un acartonado far-west con “Shanghai Kid, el Este al Oste”(2000).

No importó. Los admiradores, firmes.

Lástima esta comedia “Mi vecino…”, filmada en Albuquerque, New Mexico, que se parece a tantas otras comedietas ribeteadas de vecindarios made in Hollywood, con un misterioso espía oriental perseguido que complica a una rubia con hijos bien occidental en una parafernalia de computación y de espionaje cibernético.

No es nada del otro mundo. Es una diversión que tiene que ver con el consumo industrial que con la elegancia de gags tipo Chan. Los niños son lo suficientemente potables como para calificarlos de simpáticos. La parte técnica es producto del oficio mecánico norteamericano. Y los demás rubros no ofrecen sorpresas descompensadoras. En cuanto al argumento, los guionistas hicieron su trabajo entre un viaje a Shanghai y New York. Dos garabatos y listo.

Nada por aquí, nada por allá. La magia circense se tomó unas vacaciones. Los dólares mandan en el submercado del cine.


Hernando Harb

CHLOE de Atom Egoyen (2009) - HERNANDO HARB

en 8:45















CHLOE

de Atom Egoyen


Título original: “Chloe”

Género: Drama/Thriller

Origen: Canadá – EE.UU. – Francia. 2009

Hablada en inglés.

Director:Atom Egoyen

Guionista: Erin Cressida Wilson

Idea original: Anne Fontaine

Intérpretes: Julianne Moore (Catherine) – Liam Neeson (David) –Amanda Seyfried (Chloe) –Max Thieriot (Michael)

Filme en colores rodado en Toronto, Canadá

Fecha de estreno en la Argentina: 12 de agosto de 2010

Duración original: 110 minutos

Duración en la Argentina: 96 minutos

Calificación: Sólo para mayores de 16 años


Al paso (apresurado) en que se vive (no sólo en materia de cine), las remakes se van a filmar de mes tras mes con impunidad acatada por los intereses económicos del mercado y de las exigencias populares (en segundo término).

Lo demuestra esta coproducción guionada más o menos libremente por la astuta pluma de Erin Cressida Wilson sobre la base de un erótico libreto de la feminista Anne Fontaine. El original se tituló “Nathalie X” y la protagonizaba el obeso Gérard Depardieu compartido por las muy bellas Fanny Ardant y Emmanuelle Béart. El original tuvo un relativo éxito lo que, al parecer, no amedrentó al egipcio Atom Egoyen –confundido por algunos críticos apresurados como canadiense-, quien se abocó a hacer una remake del erótico filme francés realizado en el 2003, condimentándolo con alguna escena de altísimo voltaje sexual y con diálogos aligerados en la traducción al español, pero que son dignos de confidencias susurradas en algún rincón de un barcito entre señoras insatisfechas y curiosas de loas inquietudes masculinas más íntimas.

El libreto de marras proponía las sospechas de infidelidad atribuidas a un marido. Para conocer los supuestos adulterios del cónyuge (profesor de música) con sus alumnas no recurre a un detective, a la manera tradicional, sino a una prostituta rubia, muy joven y con aires de ingenua, cuyo oficio observa desplegar desde la ventana de su consultorio de dentista. En fin, distintas labores en la misma área barrial de una nevada y hermosa Toronto.

Ambas mujeres inician una conversación en la toilette de un restorán –lo que hace sospechoso el ámbito elegido, por razones que el buen sentido indicarían- y Catherine, la ginecologa, contrata los servicio de la chica de exótico nombre que da origen al nombre del filme. La finalidad: comprobar que si su marido es fácilmente infiel y después conocer hasta los menores detalles de los encuentros. Dinero de por medios -entregado en discretos sobres-, Chloe emprende su labor y se la relata a la menopáusica profesional con lujo de detalles.

Lo que parece un trillado triángulo se convierte en un drama de giro inesperado: la atracción entre las mujeres es casi inmediata. Y de algún modo el relato intenta plantear de qué modo las seducciones pueden provocar pasiones que traducidas serían algo así como un logaritmo primario: A ama a B a través de C.

Catherine (A) se siente atraída por C (Chloe) para revivir su amor por B (David, el marido, un profesor de música algo despistado. Lo que origina una especie de “atracción fatal” (recordar al pobre Michael Douglas sufriendo las consecuencias de su pecado extramatrimonial en manos de Glen Close en un detestable filme de gran éxito popular).

Las derivaciones son aún mayores que las esperadas: como la ginecologa decide ponerle coto a las relaciones lésbicas, la prostituta maquina un plan que incluye al único hijo de la pareja, un joven que acaba de sufrir su primer fracaso amoroso.

El director Egoyen hace lo peor que puede llevar a cabo un director con aparente experiencia internacional pero bajo influencia hollywoodense: mezclar los géneros. Y lo que es un drama pasional se transforma en un furibundo thriller con desbordes eróticos y el romanticismo de la primera parte queda disuelto en un pastiche policíaco.

La buena actriz que es Julianne Moore comparte desconciertos y efusiones con un desubicado Liam Neeson, mientras que la rubicunda Amanda Sigfried quiere hacer olvidar que hizo de la hija cantarina de “Mamma mia!” y que se apresta a filmar “La Cenicienta” luego de incursionar en una vetustez filmada en 2010 titulada “Cartas Julieta”…

En el medio está Max Thieriot, que hace del hijo del matrimonio enmarañado en sexo y lechos muy concurridos, tratando de dar una explicación al vaudeville en el que lo ha mezclado la amante de su mamá, una mitómana que se equivocó de pareja pese a la experiencia que demuestra en el monólogo de principios de la película, fervorosamente rodado con aromas prestados al experto Tinto Brass.

Lo que hay que lamentar es que el egipcio Egoyen cuente entre su filmografía título de la valía de “Adoración” (2008), “Exótica” (1994) y la no estrenada en la Argentina “Close” (2001).

Va a resultar difícil olvidar este traspié de Egoyen, digno de una conversación de señoras cincuentonas tomando el té entre susurros y eufemismos posibles una tarde de lluvia o de tórrido verano. Hay que ser muy magnánimo para justificarlo.


Hernando Harb

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