EL CRACK de Jose Martinez Suarez - Hernando Harb

lunes, 21 de junio de 2010 en 18:21
















EL CRACK

Argentina, 1960

Género: Drama social

Director: José Martínez Suárez

Guión: José Martínez Suárez, Carlos A. Parrilla y Solly

Libro: Obra teatral de Solly

Música: Víctor Schlichter

Montaje: Antonio Ripoll – Gerardo Rinaldi

Intérpretes: Jorge Salcedo - Aída Luz - Marcos Zucker – Domingo Sapelli – Carlos Rivas – Enrique Cosí – Fernando Iglesias (a) Tacholas – Pablo Cumo – Claudia Laforgue

Duración: 85 minutos

Fecha de estreno en la Argentina: 16 de agosto de 1960

Calificación: Apto para todo público


En momentos en que se juega el Mundial de Fútbol en Sudamérica (2010) se intentaron armar algunos listados de filmes argentinos dedicados al tema del deporte que es “pasión de multitudes”.

Los resultados mostraron que el tema es uno de los asuntos tabú en la pantalla local, tal vez más que el del negocio de la prostitución (cuyo mayor intento fue La malavida de Hugo del Carril, filmado con el advenimiento de la democracia y con buenos resultados comerciales).

Pero el fútbol es un material quemante hasta por los más audaces y altruistas hombres abocados a la dirección en nuestro medio.

En esas encuestas no faltaron los típicos filmes que apenas esbozaron las brasas del meollo y derivaron en otros proyectos. Por ejemplo no faltó el Discepolín con su conmovedor e inofensivo El hincha (1951) o la lacrimógena y populista Pelota de trapo (1948). También se incluyeron la surrealista El centrofoward murió al amanecer basada en una obra teatral de Agustín Cuzzani y que diagramó el eficiente René Mugica con temor a compromisos especulativos y esmerándolos por disfrazarlos de exorcismos ideológicos, y la ingenua Paula contra la mitad más uno (1971), un divertimento de Alberto Fisherman pergeñado por algún integrante de la revista “Primera Plana” y del cual sólo se recuerda la incursión penosa del crítico de cine Carlos Burone y la intromisión de algunos actores fenomenales devenidos en caricaturas de sí mismos (Luppi, Gené).

El colmo de esas listas recordativas fue el de ignorar un título que sin lugar a dudas merece incluirse entre los diez mejores títulos del cine argentino de los ’60-‘70 y un poco más: El crack, estrenado un martes en un solo cine (el Normandie) en tiempos en que se acostumbraba a exhibirse un filme (más si era nuestros) en salas cabeceras de barrio además de la principal que lo estrenaba. Sólo dos comentaristas radiofónicos se animaron a destacar la creatividad de ese título al que bautizaron “el más importante filme argentino de los últimos diez años” (fueron Juan Ignacio Acevedo y Tito Franco).

No se equivocaban. Lástima que los memoriosos de siempre la olvidaron olímpicamente. Ni siquiera la casualidad llamada juventud puede salvarlos de tal olvido.

Porque José Martínez Suárez (nacido en 1925) estrenó su opera prima ante el escozor de muchos y los remilgos de quienes se aventuraban a inaugurar la nueva ola autóctona (una copia de la envidiada corriente creadora francesa), sumergida en un olvido a veces no reconocido por aventureros apresurados del mundillo de la crítica. El crack es aún un título cuestionador que asombra por su anticipación y su maravillosa alevosía.

Osvaldo es el personaje central, un jugador de tercera que ambiciona llegar a primera. Consigue que sus ensoñaciones se concreten, pero la trayectoria que debe correr está sembrada de una corruptela despiadada: coimas, negociados, traiciones y demás penumbras que se cocinan en medio de hinchadas cautivas por falsas contiendas y apretujadas en pancartas tramposas. Los estribillos no eran vuvucelas. El patriotismo

aparecía en la película como una inmisericorde trampa. La escenografía de un partido profesional (River versus San Lorenzo era el escenario del remate temático) era un cross a la mandíbula que Arlt no hubiera (al contrario) desdeñado.

El nacimiento, ascensión y caída del vitoreado Osvaldo no ha tenido hasta hoy competencia en el territorio del celuloide.

Es un ejemplo de varias cosas: la censura habita algunos claustros directivos, el tabú sobre vive al arte y la memoria colectiva sigue siendo una sacerdotisa del olvido.

Rememorar El crack significa reivindicar el nombre de uno de los mejores directores de la historia del cine de nuestro medio: José Martínez Suárez, dueño de una filmografía en la que destella su admirable Los muchachos de antes no usaban arsénico (corrosividad que puede buscarse con afán en algunos videos muy seleccionados) rodada en 1976; la sátira Los chantas (1975, radiografía impiadosa de la porteñidad); Dar la cara (1972, un mural ciudadano basado en la novela homónima de un gran nombre de la literatura, David Viñas) y rememorar su último filme, el policial Noches sin luces ni soles (trhiller de 1984, puede verse en el canal Volver alguna trasnoche).

Martínez Suárez nació en Villa Cañás, Santa Fe, y es hermanos de las actrices Mirtha Legrand y Silvia Legrand.

Que el cine argentino le otorgue el lugar que se merece: el de un creador honesto, dúctil y personal.


Hernando Harb

THE HOLLIGANS de Lexi Alexander - HERNANDO HARB

en 16:27



















THE HOOLIGANS

Título original: Hooligans

Título en otros países: Green Street Hooligans

Origen: Inglaterra,2005

No estrenada en la Argentina

Género: Drama

Director, productor y libretista: Lexi Alexander

Guionistas: Lexi Alexander y Dougie Brimson

Intérpretes: Elijah Word (Matt Buckner) – Claire Forlani (Shanon Dunkham)- Oliver Allison (Ben Dunham) – James Allison (Ben Dunham, adolescente)

Duración: 100 minutos aprox.

Duración original: 105 minutos


Pocos filmes británicos presentan como tema central el del nacimientos, adversidades y desarrollo de los hooligans (nombres que tiene su origen en el apellido de tan discutido “creador”: Hooligan. Lo curioso es que los pocos que se abocaron a esa empresan no fueron exportados para su estreno comercial (el último conocido es The football factory (2007) que se intentó distribuir en la Argentina con el patético Drama de un barra brava y que no venció las barreras de la distribución aunque el nombre de su realizador ofreciera una ligera garantía de calidad: Nick Love (un irregular artesano de filmes de clase “B”).

La cuestión es que este The Hooligans, dirigido, escrito y coguionado por el dueño de una paupérrima filmografía como es Lexi Alexander, fue circunscripto al circuito televisivo y suele emitirse por cable con recelosa continuidad.

Se necesitó que el Mundial de Fútbol Sudafricano se inaugurase para que diversas señales lo eligieran en su listado después de las 22 horas y con escasa propaganda.

Mientras otros canales (Infinito,, por ejemplo) ponían al aire documentales acerca de la evolución del deporte del fútbol en el mundo alguno arriesgó a resucitar esta producción británica que es merecedora de alguna atención, al margen de su relativa virtud cinematográfica.

Con un débil guión que alude a los hooligans como producto de una violencia juvenil teñida de euforia y rivalidad barrial (al estilo de algún título norteamericano de Richard Brooks de los 50’), la historia ofrece aristas tangenciales inquietantes para el espectador menos avisado. El drama del joven Matt Buckner dominado por la desidia y un conflictuado medio familiar, además de arrastrar algún fracaso en el ámbito estudiantil, es escaso y merecía un mayor análisis. Su deslumbramiento por el grupo de barras bravas locales aparece como extraído de un manual de Erich From y lo presenta como un temeroso a enfrentar su libre albedrío y buscar la protección en un grupo de aficionados violentos que hacen de las trifulcas y de la furia interior –asperjada de abundante cerveza-. No conforma ese análisis detenido en la cáscara de una fruta dueña de una pulpa más rica y que convida a descubrir gajos más comprometidos con una realidad actual que conmueve más allá del mero deporte.

El notable escritor inglés Arthur Koestler analizó las diferencias y parecidos existentes entre el nacionalismo político y el nacionalismo deportivo. Merece revisarse esa diferencia deteniéndose en sus desviaciones y en el uso (sobre todo en el segundo caso) que astutamente despliegan intereses políticos. El filme de Alexander parece no animarse a profundizar la temática. Se conforma con exteriorizarla. Para ello recurre a secuencias de patotas enfrentadas, rostros ensangrentados y el ejercicio de una violencia claudicante al final moralizante en el que la bella y ascendente Claire Forlani protagoniza para apiadarse de las desventuras del protagonista, al que Elijah Word presta el rostro de un Frodo lejos de rings y de aventureros repliegues manejados por Peter Jackson.

Es una lástima. Pero con un montaje inteligente (de Paul Trejo) y con sones musicales demasiados subrayados (de Christopher Frank) The Hooligans queda en pie como una aproximación distanciada a un problema que merecía mayor detenimiento.


Hernando Harb

Cine Club | Powered by Blogger | Entries (RSS) | Comments (RSS) | Designed by MB Web Design | XML Coded By Cahayabiru.com