TODOS LOS HOMBRES DEL REY de Steven Zaillian - Hernando Harb

viernes, 22 de octubre de 2010 en 17:06




















TODOS LOS HOMBRES DEL REY
de Steven Zaillian



Título Original: All the King’s Men (*)

Origen: Estados Unidos – Alemania, 2006

Dirección Steven Zaillian (**)

Productor: Steven Zaillian

Guión: Steven Zaillian

Sobre la novela de Robert Pen Warren

Música original: James Horner

Fotografía en colores y blanco/negro: Pawel Edelman

Montaje: Wayne Wahrman

Casting: Avy Kaufman

Intérpretes: Sean Penn (Willie Stark) – Jude Law (Jack Burden) – Anthony Hopkins (Juez Irwin) – Kate Winslet (Anne Stanton) – Mark Ruffalo (Adam Stanton) – Patricia Clarkson (Sadie Burke) – James Gandolfini (Tiny Duffy) – Jackie Earle Hoaley (Sugar Boy) – Frederic Forrect ( Padre de Willie)

Duración original: 128’

Estrenada en la Argentina: 125’

Fecha de estreno en la Argentina: 9 de noviembre de 2006

Distribuida por la Columbia Pictures

Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años


Un filme de visión imprescindible. Es la historia de Willie Stark un político venal y sus males artes contada desde el punto de vista de Jack Burden, un periodista que renuncia a su trabajo por seguirlo como jefe de relaciones públicas, seducido por su oratoria y que representaría el “alter ego” del “rey” de los discursos.

Es una remake de un gran filme de Robert Rossen (estrenado en la Argentina como “Decepción”, de 1949, ganador de varios Oscar), respetada en su esencia extraída de una formidable novela de Robert Pat Warren, que describe, el ascenso y fulminante final de esa clase de individuos que proliferan usando las necesidades del pueblo para alcanzar las falsas mieles del poder, aun utilizando el nombre de Dios, apelando a la familia y prometiendo destruir los intereses de los monopolios de toda índole. En pocas palabras: ir contra el sistema a cambio de su idolatría. Nada nuevo en la historia del efímero poder que la historia arruina, juguetea y tergiversa hasta que el desinterés generacional se impone (íconos incluidos).

All the King’s Man” comienza como el “Apocalypse Now”. El mediocre cronista de política Jack recostado en su camastro recuerda cómo fue “en busca” (consciente o no) de ese creador de cánticos de sirenas llamado Willie Stark, un vendedor ambulante, tesorero en Nueva Orleans y que por mediación del obeso Tiny Duffy atrapa audiencias de habitantes postergados de las clases siempre olvidadas en tiempos no electorales: campesinos, oficinistas, maestros, médicos y demás miembros de una sociedad convidada a poner su voto en la urna cuando las cajas comiciales abren sus bocas angurrientas.

Stark es una mezcla de Elmer Gantry (recordar a Burt Lancaster dirigido por Richard Brooks en 1960) y mediocre alumno del principesco don Nicolás. Capaz de jugar con la salud de los necesitados prometiendo hospitales gratuitos, anunciando construcción de carreteras que encierran trampas impositivas, robándoles a los poderosos para repartir entre pobres que nunca verán la mentada distribución de riquezas, aliándose a cobardes, contratando a un guardaespaldas que sólo habla con el revólver, olvidándose de su pasado de trabajador para enriquecerse y de paso vengarse. Y lo que es peor “coaccionando“ (“yo nunca chantajeo” advierte furioso desde un escritorio ajeno) a un juez indagando algún “manchón” de su pasado para aniquilar a todo rival en elecciones que anuncian purificación. Todo en “nombre de Dios y de mí”.

Stark (gran labor de Sean Penn) emplea las bajezas mayores para destruir al opositor. Llega a comprar un alma que cree en la honestidad, el joven médico Adam Stanton con tal de deshonrar el apellido que porta. Y hasta se vale de Anne (una muchacha desorientada) para completar un plan vil que lo beneficiará en la votación próxima del Senado.

Pero, como él mismo dice en cierto momento crucial, “todo lo aclara el tiempo” el final abrupto, irónico y sin salida para el ciudadano que trabaja todos los días para ganarse honradamente el pan confirma sus palabras: ahí está la sangre derramada que recorre los circuitos labrados en el piso del Capitolio para darle la razón.

Es un filme necesario. Es el cuarto hecho por Steven Zaillian -uno de los mejores guionistas actuales- con una vitalidad que despierta euforia en el espectador, con un suspense diagramado para hacer sentir al observador que es un idiota utilizado por dictatoriales discursos que no soportan ni las empalizadas de los fortines mejor levantados.

Vale la pena verlo. Obliga a pensar y a sentirse culposo de que la historia política de un país esté repleta de arremolinados seres tramposos que sostienen impasibles que “el mal gobierna todos los actos del hombre, pero no hay que difundirlo; en cuanto al bien, uno lo construye a medida que vive pero con ayuda del mal”. O con esa frase de aprendiz de intelectual: “Se puede leer el más hermoso poema de amor, pero bien puede estar inspirado en el amor a una mujer que vive engañando al amante y al marido a la vez”.

El trabajo de un fastuoso elenco es, no podía ser de otro modo, de primera. Los rubros técnicos, impecables. Y un elogio para Avy Kaufman, quien cumplió una perfecta labor en el casting, una vez más.

Dos datos: uno curioso y el otro malo. El curioso: ver una patinadora en medio de humo de cabaret bailando el tango “Por una cabeza”.Prefiero pensar que toda alusión es mera coincidencia.

El dato malo: la traducción. Es defectuosa. Una lástima. Pero, no empaña demasiado tanto esmero cinematográfico.


Hernando Harb


(*) Con el mismo título Robert Rossen filmó en 1949 la primera versión, estrenada en la Argentina tardíamente como “Decepción” por decisión de la censura. El filme mereció tres Oscar: a la Mejor Película, al Mejor actor principal (Broderick Crawford, como el político inmoral) y a la Mejor Actriz Secundaria (Mercedes Mc Cambridge) en el papel de Sadie Burke, que en la remake lo interpreta la exquisita Patricia Clarkson.

(**) Steven Zaillian dirigió un encantador filme (no estrenado en el circuito comercial argentino): “Jaque a la inocencia” o conocido también como “En busca de Bobby Fisher”, 1993.Su segunda película fue “Acción Civil” (“A Action Civil”,1998, con John Travolta), discretísima historia de acción.

El trabajo como guionista de Zaillan es fecundo. Tiene guiones antológicos en distintos rubros.

59 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE LOLA MONTEZ - Hernando Harb

en 14:03





















59º aniversario

DE LA MUERTE DE LA “REINA DEL TECHNICOLOR”: LOLA MONTEZ, GALARDONADA POR EL GOBIERNO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA


Encerrada en una jaula. En el centro de la arena. El público aplaude a rabiar. Ella, imponente, estática, apenas deja entrever una luz de asombro que se convierte en humedad a medida que el maestro del circo da latigazo tras latigazo contando la historia de su vida. Es la secuencia fundamental que une los tramos biográficos de la bella Lola Montez filmados por la maravilloso director alemán Max Ophüls (1902-1957) en la incompleta obra maestra “Lola Montès” (con ese y con acento) en 1955. A la gran actriz la interpreta la rubia star Martine Carol, con un respeto inusual en la estrella parisina. El que portaba el látigo era un vociferante Peter Ustinov, presentándola como un bello animal ye ilustrando los pasajes de su vida, tan comentados por los corrillos de la prensa como en los burdeles. Siempre con admiración y envidia, esas primas hermanas que alimenta el codicioso fracasado. Fue un gran homenaje de esa mujer cuyo 59º aniversario de su fallecimiento acaba de cumplirse en octubre, y que algún meditativo y memorioso Funes aficionado al cine rememora con placer. Triunfó en el Holliwood rumboso y complejo de la década del ’40. Había nacido en la República Dominicana, en un medio culto, en el instante en que una guiñadora estrella le indicaba el camino a seguir. Fue conocida como la “reina del technicolor”, y fascinó con su belleza y sensualidad latinas, capaces de desplegar entre encajes, tules y unos labios prometedores de impurezas santificadas. Hoy, su país de origen, quiere rescatarla del olvido, recordando su legado y esplendor. Lo merece. A ese feliz recordatorio nos sumamos diciendo que fue una de las primeras estrellas latinoamericanas que irrumpió en los dorados años de un Hollywood. “Lo logré, pese a que mis compatriotas ignoraron mi existencia. No importa. A ellos represento. A las mujeres con mi belleza, a los hombres con mis besos”, confesó a golosos cronistas de escandalotes y novedades folletinescas. Su nombre auténtico era María África Gracia Vidal, su segundo nombre perturbó por más de una razón a los periodistas de espectáculos constructores de la fábrica de los sueños, perfumada con jabones publicitados en un Occidente deseoso de huir de una realidad amenazante. Murió en París, a los 59 años de edad., mientras se daba un baño de agua caliente. Ni el mejor o peor guionista hubiera imaginado un the end así. “Nací un 6 de junio, en el sudoeste dominicano, en la provincia de Barahona. De ella aún percibo sus olores y sabores frutales. Y escucho su música cada vez que alguien me hace latir el corazón”, respondió a un periodista acalorado que cubría el sudor de su frente con un pañuelo. Luego diría entre apenada y asombrada por el camino recorrido: “Muchos compatriotas nunca han oído mi nombre. Lo lamento… por ellos”. Por supuesto tampoco conocían ninguno de sus 26 filmes, exitosos, aplaudidos por seguidores adormecidos por esos ojos que la picardía encendía y postergaba el glamour petrificado por las productoras. El crítico Félix Manuel Lora reconoció que Lola Montez no tuvo el merecido sitial en la República Dominicana. A ella, una de las primeras muchachas latinas que sedujo a un Hollywood racista y empapado de besos dispersados por blondas estrellitas. El prestigioso periodista habló de una “falta de conexión” entre la novísima generación dominicana y esa mujer conocida por el mundo como “el ciclón caribeño”, capaz de internarse en ljungla de una meca que la convirtió en un ícono no sólo del cine. La moda también fue ru reinado. El Senado de la República Dominicana anunció un homenaje póstumo que rescatará a Lola de un injusto olvido. La Cámara Alta aprobó, además, una resolución en la que solicita la construcción de un museo en Barahona que exhibirá con orgullo el legado cultural de una actriz extraordinaria, quien adoptó su apellido de una actriz y bailarina de origen irlandés: Lola Montez (con zeta). La resolución fue firmada por un grupo de legisladores quien describió a la actriz como “la más excelsa actriz de cine de la República Dominicana de todos los tiempos”. Solicitaron al Poder Ejecutivo tomar iniciativas “que conduzcan al rescate, valoración, difusión y exaltación de la figura y de la obra artística de la famosa actriz”.
María Montez, quien protagonizó una serie de películas filmadas en technicolor, se destacó en filmes de corte aventurero como "Las mil y una noches" (1942), "La salvaje blanca" (1943), "La reina de cobra" (1944) y "Sudán" (1945), entre otras.
Cuatro de sus filmes fueron grabados en Europa, donde la dominicana quiso demostrar "que podría ser una actriz con carácter", destacó Félix Manuel.
Montez, hija de un diplomático español y una dominicana, se casó en 1943 con el actor francés Jean-Pierre Aumont, con quien procreó a Tina, que siguió los pasos de sus padres.
Tina, como su madre, murió sola en su casa, a los 40 años, víctima de una embolia pulmonar.

En 2007, el presidente dominicano, Leonel Fernández, reconoció de manera póstuma a la actriz con la Medalla al mérito otorgada por el Gobierno en ocasión del Día internacional de la mujer.

Además de las múltiples calles que existen en el país con su nombre, la terminal aérea de su ciudad natal fue inaugurada el 27 de abril de 1996 por el ya fallecido gobernante Joaquín Balaguer como 'Aeropuerto Internacional María Montez'.

En 1943, cuando filmaba Gypsy Wildcat, el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo la condecoró con la Orden de Juan Pablo Duarte en el Grado de Oficial y la Orden de Trujillo en el mismo grado. No olvidarse del homenaje de Max Ophüls, una obra de arte, capaz de abrir las rejas y del interior salir una bella mujer a la que recibirá Ludwig I, el Rey de Baviera, con el rostro de Anton Walbrook. Le dará un respetuoso beso en la mano e intercambiarán miradas capaces de hacer rugir de envidia a los leones sueltos del círculo del mundo.

Hernando Harb

EL SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORAN de Francois Dupeyron - ARNALDO H.CORAZZA

en 10:18
















EL SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORAN
de Francois Dupeyron

Dirección:
François Dupeyron.
País: Francia.
Año: 2003.
Duración: 95 min.
Género: Drama, comedia.
Interpretación: Omar Sharif (Señor Ibrahim), Pierre Boulanger (Momo), Gilbert Melki (Padre de Momo), Isabelle Renauld (Madre de Momo), Lola Naymark (Myriam), Anne Suarez (Sylvie), Mata Gabin (Fatou), Céline Samie (Eva), Isabelle Adjani (La Estrella), Eric Caravaca (Momo adulto).
Guión: François Dupeyron; basado en la novela de Eric Emmanuel Schmitt.
Producción: Michele Petin y Laurent Petin.
Música: François Maurel.
Fotografía:
Remy Chevrin.
Montaje: Dominique Faysse.
Diseño de producción: Katia Wyszkop.
Vestuario: Catherine Bouchard.
Estreno en Francia: 17 Sept 2003.
Estreno en España: 30 Julio 2004.

Durante el comienzo de los años 60, París, como gran parte de Europa, era una explosión de vida. Todo estaba cambiando y la ciudad se llenó de una energía que prometía cambios culturales y sociales. En este transfondo, en una vecindad de clase obrera, se conocen un joven judío, Momo (Pierre Boulanger), y un viejo musulmán, Ibrahim (Omar Sharif). Mo-mo es un huérfano cuyos únicos amigos son las prostitutas de la calle, las cuales le tratan con un genuino afecto. Momo compra los comestibles en la tienda del señor Ibrahim, un silencioso y exótico hombre que ve y sabe más de lo que revela. Ibrahim se convierte en el mejor amigo del joven y juntos comienzan un viaje que cambiará sus vidas para siempre.

Es la historia de un comerciante turco propietario de una tienda de alimentos en un barrio marginal de Paris, pintoresco, con prostitutas que trabajan en ese lugar. Y la amistad con un adolescente judio que vive enfrente de su tienda, criado solo por su padre, que se convierte practicamente en su hijo. Es hermoso volver a ver en el cine a Omar Sharif, que en una estupenda actuacion compone al comerciante turco. Es una historia de amor, entre dos generaciones y dos culturas.A pesar de los cuestionamientos que pueda hacersele al film, resulta una historia hermosa, un film agradable y digno de ver. Nos es un film para intelectuales, es solo para que disfrutemos de una hermosa historia, creible o no creible, que nos deja un sabor dulce, lo que no es poco, sin engañarnos demasiado. Vulevo a remarcar la estupenda actuacion de Omar Sharif, y la del adolescente Pierre Boulanger, que esta ajustado a su papel. Es bueno verla, y asi la recomiendo.


Puntos de 1 a 5: 4 puntos

ARNALDO HUGO CORAZZA


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