OTRA VIDA de Philip Goodhew - Hernando Harb

sábado, 18 de diciembre de 2010 en 15:25














OTRA VIDA
de Philip Goodhew

Título original: “Another Life” Origen: Reino Unido, 2001 Género: Drama Hablada in inglés Dirección y Guión (original): Philip Goodhew Producción ejecutiva: Chris Craib Coproductor: Lora Fox Gamble Música: James McConnell Fotografía: Simon Archer Montaje: James Trevil Intérpretes: Natasha Littl Edith Thompson) – Nick Moran (Percy Thompson) – Ioan Gruffud (Frederick) – Tom Wilkinson (Mr. Carlton) Duración: 101’ No estrenada en la Argentina Calificación: Sólo para mayores de 16 años

A no dejar desviar la atención del nudo central de este drama real de amor pasión. La época: década del 20/30. En Inglaterra se aplicaba la pena capital: ahorcamiento. Plena sociedad victoriana (hipócrita, eufemismos reinantes, secretos pasionales, relaciones clandestinas dominadas por un machismo exacerbado, jóvenes muchachas con fantasías escondidas, negocios manejados por hombres). Los hechos son reales, dirigidos por un sorprendente Philip Goodhew (en su segundo filme), quien es autor del guión. La historia transcurre en plena sociedad victoriana, con el dominio del hombre y la mujer sujeta a preceptos paternos. Cualquier espectador desorientado puede suponer que es un filme en contra de la pena capital. Error. El drama del trío Edith, su esposo Percy y el joven Frederick ocurre (ocurrió y ocurrirá hasta que el ser humano no se libere de esas creación insertada en el inconsciente colectivo llamada amor pasión y que se nutre de las prohibiciones, fantasías represoras y demás sentimentalismos inaugurados en la época de las Cruzadas cuando los grandes señores partían para evangelizar y dejaban a sus mujeres con la compañía de adolescentes trovadores castos bajo la consigna del amor romántico, hecho de canciones, jamás concretado, dominado por el designio de la prohibición. Toda una relación vivida por Romeo y Julieta, Bonnie y Clyde, y cualquiera de los nombres que la prensa ofrece a diario para describir crímenes impulsados por los celos, esos diablillos que hacen de las suyas en la cocina del inconsciente colectivo y que conducen (siempre) a un trágico epílogo. Aquí Natasha es una chica sensible, fatigada por la rutina de su pueblo, trabajadora de una cartonería, primero, y luego en una sombrería bajo las órdenes de Mr.Carlton (excelente Tom Wilkinson) un maduro que comprende a esta criatura flaubertiana en busca de novedades y libertades que les son prohibidas por prejuicios dictados por la época. Conoce Percy, un “partido” con el que se casa y resulta un represor en todo sentido (sobre todo en el plano físico). Con el tiempo se reencuentra con un chiquilín (Frederick) convertido en hombre y del que está enamorada su hermana mayor. Edith y Frederick se miran. Basta eso para que el coup de foudre, ese amor a primera vista dignificado por las canciones modernas y por libritos con mujeres que perdieron la llave del cinturón de castidad vaya a saber en qué bochornoso habitáculo de su inconsciente. Percy sabe de las apasionadas relaciones de su mujer, pero no le concede el divorcio. Es el clásico adorador de la venganza y de la soberbia. Frederick viaje por su profesión a países orientales. Tiene relaciones físicas, pero no deja de amar a Edith. Ella le escribe cartas novelescas donde fantasea con el asesinato del cónyuge: arsénico en dosis, vidrio molido en las comidas y otras terribles divagaciones que imagina pero despierta la posible realización en el amante. El amor pasión, ese invento del siglo XII instalado en el imaginario colectivo cuando los señores partían a evangelizar en las Cruzadas y dejaban a sus mujeres en los castillos bajo el cuidado de adolescentes trovadores con la consigna de mantener la pureza ya toda costa. Diana de Poitiers fue una de las responsables de ese sacrilegio físico que fuera sacralizado en el siglo XV por la Iglesia renacentista y se acomodara en las alcobas matrimoniales. Coup de foudre o amor a primera vista, es un asesino instalado en nuestras vidas. Las consecuencias: nunca son buenas, al contrario. Ya lo demostraron en el cine los integrantes de la nouvelle vague, Vicente Aranda (un soberbio español con “Amantes”, “La pasión turca” y otras más, cientos de títulos que van cavando esas evitables de pasión, celos y muerte. No tiene que ser en vano. El filme de Goodhew se afana en demostrarlo. Edith Thompson es víctima de su fantasía pero inocente de un crimen, claro, los magistrados consideran sus “adúlteras misivas” como una clara confirmación para conducirla a la muerte, aunque el desdichado Frederick jure y recure que es inocente. La sociedad la condena. Los celos dominan el mundo habitado por Virgina Woolf. La costra del amor pasión no debe expandirse, nos dice este excelente director y guionista de quien esperamos otras creaciones dignas de esta “Another Life” que tritura el alma. Grandes actuaciones, una fotografía impecable y un mensaje que alerta (una vez más) a los compungidos habitantes de esta tierra desposeída de auténtico amor, el del perdón, el del comprender al prójimo elegido para querer, el del respeto bien entendido que desconoce las maniobras de la diosa de la venganza, esa serpiente que se descuelga del árbol en cuanto nos descuidamos y tenemos ganas de comernos una manzana, el fruto del Bien y del Mal.


Hernando Harb

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