EL JOVEN HÉRCULES de Mohamed Khashoggi - Hernando Harb

martes, 28 de diciembre de 2010 en 19:56





















EL JOVEN HÉRCULES
de Mohamed Khashoggi

Título original: Little Hercules in 3-D Origen: Estados unidos, 2009 Género: Fantástico Hablada en inglés Dirección: Mohamed Khashoggi Guión: Robert Boris Sobre personajes de una serie televisiva estadounidense Música: Mark Denis Fotografía en colores: Mateo Londono Intérpres: Elliot Gould (Sócrates) – Terry “Hulk” Hogan (Zeus) – Richard Sandrak (Hércules) – Saul Huezo (Ramón) – Judd Nelson (Kevin) No estrenada en la Argentina Duración: 93’ Calificación: Para mayores de 13 años

Es un filme dedicado al público infantil, con un presupuesto elevado, una imaginación pobre y una interpretación deficiente. Lo que llama la atención (a quien redacta estas líneas) es la persistencia estadounidense de presentar hace (por lo menos) cinco años el tema del enfrentamiento padre e hijo. Un entendido en psicología profunda junguiano tal vez detecte tanta insistencia dirigida al imaginario popular mediante el cine. Un tímido aprendiz insinuaría que la clave está en el cambio presidencial, lo que se detecta por el reparto multirracial (insinuado hace una década) y las amistades y amores entre blancos y negros incluidos en una película en 3-D, en la cual hasta se asiste a una secuencia entre una disputa entre una madrastra (la perversa Era) y una madre negra (una californiana maravillosa ama de casa) en defensa del niño héroe (Hércules) a quien llaman “mi hijo”. La historia (que resalta sin escrúpulos las esteticidades del sistema tridimensional y que harán las delicias de los muy chicos) es el deseo de un Hércules niño que desea abandonar el Olimpo para ser un mortal común en la Tierra ante la oposición de papá Zeus (lamentable Terry Hogan) y un Sócrates espantado de suspender sus clases filosóficas y rebatirle a su joven niño acerca de la influencia de los sueños en los deseos naturales de un dios que a toda costa quiere tirarse al agua (literalmente) y aparecer en una pileta de natación de California para disfrutar del abandono de la inmortalidad. De más está decir que están al día las escatologías en son de bromas a las que son tan aficionados los estadounidenses: el recién llegado del Olimpo que vestirse con papel higiénico y, lo que es inaudito (sobre todo para el guionista), discutir con papá a través del agua del inodoro para prevenirle éste que sólo le confiere tres posibilidades de ejercer su fortaleza superfísica en cuatro días. Si las malgasta, no hay retorno. El water closet no creo que sea un celular ideal para conversar entre un dios y su heredero. Por más que el 3-D haga jugarretas con los remolinos acuáticos que provoca apretar un botón. Lo hecho, hecho está. Hay algún diálogo gracioso (cuando el pequeño visitante asegura ser ganador de las olimpíadas griegas varias centurias antes de Cristo) o algún chiste poco serio de referirse a Jesús como al portero de una escuela. Lo dicho, dicho está. La productora espera el lanzamiento con la devoción al“amo dólar” por más que se admita que lo filmado es detestable. La actuación de Elliot Gould ofende la memoria de Sócrates en tanto el espectador adulto no encuentra explicación en la prohibición para menores de 13 años que mereció este Little Hercules que parece anticipar en su final una continuación. Un epílogo que consiste en pegar un trompis en primerísimo plano al objetivo donde (se supone) está ubicado su vástago, lo cual puede provocar algún estupor familiar explicable.


Hernando Harb

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