EL APRENDIZ DE BRUJO
Jon Tutelaub
Título original: The Sorcerer’s Apprentice
Estados Unidos, 2010
Género: Acción/Fantasía
Hablada en inglés
Dirección: Jon Turtelaub
Escrita por: Lawrence Konner – Matt Lopez –Mark Rosenthal
Guionistas: Matt Lopez – Doug Miro – Carlo Bernard
Producción: Jerry Bruckhelmer, Nicolas Cage y otros
Música: Trevor Rabin
Fotografía en colores: Bojar Bazelli
Montaje: William Goldenberg
Intérpretes: Nicolas Cage (Balthazar Blake) – Jay Baruchel (Dave) –Alfred Molina (Maxim Horvath) – Teresa Palmer (Backy Barnes) – Monica Bellucci (Veronica) – Alice Krige (Morgana) – James A. Stephens (Merlín) – Jake Cherry (Dave niño)
Duración: 109’
Estrenada en la Argentina: 15 de julio de 2010
Calificación: Apto para todo público
Es un pastiche presuntamente dirigido al público infantil (menospreciado en un grado intolerable) y con un tal Jon Turtelaub como realizador, portador de una famélica filmografía.
La precariedad de los resultados hay que buscarlos en los tres autores del relato y el trío de guionistas, quienes parecen desconocer el abecé del entretenimiento y desconocer un mínimo de psicología infantil. En cuanto a escribir guiones mejor no gastar dedos en computadora.
La trama se remonta a mil años. El mago Merlín (el anciano eterno James A. Stephens) es traicionado por uno de sus tres ayudantes, el maléfico Horvath (des(animado) por Alfred Molina, un actor llamado a cubrir cualquier pozo en un set donde se desarrollen (d)efectos visuales, parafernalias auditivas y pájaros acartonados).
La culpa de la traición es el amor que une a Verónica (bella Monica Bellucci) y Balthazar Blake (oxidado Nicolas Cage, quien con tanto trabajo no debe saber que porta un honorable apellido para su rol de hechicero).
Horvath mata a Merlín, quien le deja la misión de hallar al niño merliniano, un sucesor reconociole por si le calza un anillo-dragón. Para colmo a Veronica, con la compañía de la mala Morgana, termina en una muñequita semejante a la que usan las chicas rusas y que en filmes policiales españoles esconden cocaína de contrabando.
Batlthazar pasa mil años en busca del heredero. Lo entrará en la Manhattan actual con el que iniciará diez después clases de magia al larguirucho Dave (el anticarismático por excelencia Jay Baruchel). Hechiceros buenos contra hechiceros malos. Horvath porta un bastón capaz de artilugios fantásticos con ayuda de un joven artista –mago anónimo- . Hay una pelea en un baño público (de hombres, claro) digno de un análisis no cinematográfico.
No vale la pena contar más.
Salvo que Dave se enamora de Becky Barnes (anodina Patricia Palmer) capaz de creer que aún el amor es ciego, evidentemente no ha leído nada de esa enfermedad del amor pasión
que nació en el siglo XII creada por cortesanas solitarias con la colaboración de trovadores quinceañeros (otras eran las leyes y los tiempos legitimaban candados represores, cuenta la leyenda).
En el medio hay un lamentable homenaje a ese memorable episodio del Ratón Mickey las escobas inundando un sótano bajo la batuta del gran Leopold Stokowki. Pertenecía a “Fantasía”, maravillosa creación de Walt Disney, ese Merlín del dibujo animado cuyos herederos usando su nombre continúan produciendo películas como ésta.
También está la Bellucci invocan rayos y centellas en medio de una plazoleta céntrica de una Manhattan más vacía que un feriado en el Sahara. Eso sí hay muchos autos amarillos cuyos taxistas son invisibles por la hechicería de la técnica moderna y, en el final, un pájaro que porta a la pareja enamorada al que, confesión de Dave, aprendiz ya diplomado, anuncia chistosamente desconocer cómo hacer parar su vuelo… No importa. Con Balthazar resucitado en brazos de Verónica y Horvath derrotado el mundo es prometedoramente feliz.
No confíe. Consulte a otro mago, porque éstos no leen nada bien las bolas de cristal.
HERNANDO HARB
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