MACHETE
Título original: ídem
Origen: Estados Unidos, 2010
Directores: Ethan Maniquis – Robert Rodriguez
Libreto: Robert Rodriguez
Guión: Alvaro Rodriguez
Hablada en inglés, español y húngaro
Montaje: Rebecca Rodriguez – Robert Rodriguez
Música: John Debney – Carl Thiel
Fotografía en colores: Jimmy Lindsey
Efectos especiales: Robert Brown
Intérpretes: Danny Trejo (Manchette Cortez) – Robert DeNiro (Senador John McLaughlin) – Jessica Alba (Yvetta Sartana) – Steven Seagal (Torrez) – Michelle Rodriguez (Luz) – Jeff Fahey (Michael Booth) – Cheech Marin (Padre Cortez) – Lindsay Cohen (April Booth) - Presentando a Don Johnson (Von Jackson)
Duración original: 107’
Calificación: Sólo para mayores de 18 años
No estrenada en la Argentina
Robert Rodriguez es un director atípico del cine estadounidense, con una filmografía de títulos ambientados en México, su país de origen. Apadrinado por Quentin Tarantino sus películas son una reedición de aquellas que los mayores de 40 años veían en las matinés de los domingos en forma seriada. Efectos especiales acartonados, copias rayadas, música disonante, cortes interrumptus que obligaban al furioso pataleo y a la silbatina asordinada, héroes capaces de vencer a treinta atacantes a la vez en una habitación imposible de 6x4, la muchacha hermosa, el cura del pueblo bueno como un franciscano santificado, una rubia atractiva atraída por la masculinidad del protagonista y, claro, los malos dueños de todo el fuego del Averno que se despiden de esta vida con un infaltable “nos veremos en el infierno”. Rodriguez, sin inmutarse calca todo eso (incluido un montaje intencionadamente con rollos mezclados y rayaduras que atraviesan la pantalla de lado a lado) pero le agrega una violencia inusitada, baños de hemoglobina, desnudos femeninos impiadosos, cabezas cortadas y un sadismo minuciosamente descripto entremezclado en un pastiche de fuego, balaceras insospechadas y condenados a morir por azar en cantidades de las que no puede llevarse la cuenta. Eso sí, la ley triunfa, a los puntapiés, trompazos y martillazos sobre cráneos de inocentes, pero vence. Es positivo, Rodriguez, quien debe divertirse a lo loco filmado, tanto o más que sus seguidores que ya lo conocen y festejan con “¡¡¡uhhh!!!”, “¡¡¡ohhhhh!!! Y de más onomatopeyas musicalizadas con carcajadas de las más variadas tonalidades.
Los que no gustan del cine de Rodriguez llegan a detestarlo con poca intensidad (el masoquismo es una fuente comercial que rinde frutos a la hora de la contabilidad).
Este “Machete” es un regocijo para los fans del joven director que con su segundo filme de bajísimo presupuesto, “El mariachi” (1992) logró recaudar dinero y el interés de Tarantino que lo apañó para hacer la continuación “Desperado” (sic) (conocida en la Argentina como “La balada del pistolero”, 1995, con AntonioBanderas y Salma Hayek). Luego vinieron títulos menores pero el éxito fue convocado con un western repleto de zombies en una cantina (“Del crepúsculo al amanecer”, 1996, con Harvey Kittel como invitado de lujo). Hasta que con Tarantino se asoció Rodríguez para hacer cada uno por su cuenta una película digna de las episódicas series de los ’50 para exhibirse en programa doble (cuatro horas de deleite sado-masoca que sólo pudo concretarse en los EE.UU., aquí la de Rodriguez fue a parar al DVD como “Planet Terror”,2007 con Bruce Willis, y la de don Quentin se estrenó sola y fue un fracaso en la confusa cartelera argentina).
Buenos, repetimos este “Machete” es un regalo para los rodriguistas, en este caso acompañado por un cómplice con sus mismos gustos, Ethan Maniquis (con casi ningún antecedente merecedor de nombrarse).
Van a presenciar a un federal con cara de salpicada por los vestigios de la viruela que es un mexicano “legal” contratado por un narcotraficante incestuoso para matar a un senador que quiere explotar y luego expulsar a “ilegales”, si es que no los matan por inservibles.
Machete es traicionado y debe huir con la ayuda de Luz –una vendedora de tapas que dirige una asociación llamada La Red para iniciar una revolución de mexicanos maltratados e injustamente acusados de terroristasa- y con la de una hermosa mujer policía, Yvetta Sartana (nótese el homenaje al personaje de los spahetti western.
Machete tiene un hermano cura que mata “a los malos que le piden piedad” respondiéndoles “Dios perdona, yo no tengo tiempo”, pero terminan crucificándolo (literalmente) en medio de un altar en tanto el dirigente narco saborea el vino del cáliz diciendo que “es un Merlot de primera”. La escena es no apta para devotos que no aceptan escenas sacrílegas.
Pero no es todo. Luz se vale para atraer a las masas de la supuesta existencia de un mito femenino llamado She… Enfin, disparate asegurado.
A esto se suma Steven Seagal haciendo de un supremo jefe de la solicitada “blanca” que tiene una escena final que espantará hasta a los fanáticos de Rodríguez.
Hay mucho más. No conviene adelantar. Eso sí, hay coches viejos que vuelan entre fogatas con gente adentro y choferes prodigiosos, ametralladoras de una inventiva que avergüenzan a los creadores de cómics, una madre y una hija muy blondas y sin ropa compartiendo la pileta lujosa de la casa con Machete, chistes a la hora de la muerte. Vaya una muestra: “una falsa monja va a vengar la muerte del papá perverso, y antes de matar al culpable le dice: “En nombre del padre…”, y dispara… luego medita un segundo y en voz alta agrega “me olvidé como sigue el rezo”. Y hasta se asiste a un asalto a una iglesia por desaforados bandoleros y defendida por un cura que dispara balas a diestra y siniestra con el fondo musical del Ave María.
Síntesis: un regalo para divertirse y ver cómo en este mundo injusto, descabellado, explotador, hipócrita, la ley llega, un poco tarde pero llega. Es cuestión de esperar a quien la sepa aplicar aunque a su mujer la mataron de un modo nada ortodoxo ante su marida (eso sí, apenas humedecida por un llanto restringido por el imperante machismo a la mexicana).
Hernando Harb
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