de Sheldon Wilson
KAW
Estados Unidos: 2007
Género: Terror/Suspenso
Título original: “Cuervo”
Título en la Argentina en DVD: “Cuervos asesinos”
Dirección y Montaje: Sheldon Wilson
Guión: Tom Berry – Jiles Fitzgerald
Escrita por: Benjamin Sztajnkrycer
Producción: Gordon Yang-Stefan Wodoslawky
Hablada en inglés
Director de fotografía (en colores): John Tarver
Diseño de producción: Brian Rice
Intérpretes: Sean Patrick Flanery (Wayne) – Stephen McHattie (Clyde) – Kristin Booth (Cynthia) – Rod Taylor (Doc) – Megan Park (Gretchen)
Distribuida por Reel One Entertainment
Duración original: 95’
No estrenada en la Argentina
Lanzamiento en DVD: Enero 2009
Calificación: Sólo para mayores de 16 años
Si este filme de recursos más o menos modestos, dirigido por un experto en series de televisión y hábil montajista (Sheldon Wilson) merece ser mencionado se debe a dos cualidades que lo hacen atrayente, en especial a los aficionados al terror soft:
una es su edición, la otra es su impacto preparado para impresionar por su imaginación en la secuencia del cierre.
La película se promociona como “inspirada en el clásico ‘Los pájaros’ de Alfred Hitchcock”. Demasiado, aunque se nota que Wilson es un admirador del realizador de “Psicosis”, y lo copia y homenaje hasta el cansancio mediante el magnífico manejo del montaje.
Es evidente en la escena inicial del granero. Un anciano despistado carga su carromato. Primer plano enorme de un cuervo amenazante, seguido de los ladridos de un can furioso que lo observa desde el pasto. Plano de dos cuervos sobre el techo. Plano de los ojos del hombre extrañado. Le sigue otro de un cuervo en las ramas. Y luego un paneo en el techo: hay diez kaws emitiendo graznidos. Susto del viejo. Y más planos separados por segundos de esas aves de picos que parecen hablar un extraño idioma. Se lanzan en picada sobre el dueño del campo. Y el montajista se hace una fiesta en su cuarto de trabajo con cortes justos, apenas sanguinarios, seguidos del rostro del perro que huye. Diez puntos para Wilson que cuenta con modernos efectos visuales de los que careció Hitchcock para su deslumbrante filme sobre birds invasores.
Claro, este director es un experto en material televisivo y se esfuerza en lucirse en las formas, es una pena que tanta inquietud formal no la hubiera trasladado al paquete completo escrito medio a la fuerza y con la imaginación debilitada. A excepción de algunos personajes secundarios, con matices si bien no muy originales, dignos de salir de la galería de las trasnochadas figuras del terror cinematográfico: están los integrantes de una secta que guarda el secreto del origen del ataque, pero no se animan a difundirlo porque sospechan que se trata de un castigo divino que golpea a los “ingleses” (sic); hay un chofer beodo de un camión de transporte que lleva como pasajeras a una maestra y tres niñas de carácter diverso (una de ellas es una chiquilina insoportable que llora a mares cuando descubre las consecuencias de sus berrinches): está la dueña de una inhóspita cafetería que ama en silencio al chofer dormilón y alguno que otro que despierta algún interés. El resto, es cine rutinario capaz de entretener un sábado al atardecer en la programación de un canal abierto.
Salvo, se insiste, el the end, capaz de sorprender al menos de los despistados y eso que no abundan entre los adictos a los filmes de sangre, terror y gritos.
En el reparto se luce Sean Patrick Flanery como un buen policía en su último día de trabajo porque está dispuesto a sacrificar su carrera para que su mujer progrese en una ciudad moderna como fotógrafa (lo que no saben es que debieron irse un día antes de que los cuervos visitaran el (des)poblado. También está el veteranísimo Rod Taylor aportando su experiencia como doctor (en la ficción) y su resignación (como actor) en la realidad de la “clase B”.
Muy buenas las tomas de decenas de cuervos partiendo hacia el horizonte iluminados por una luna llena prestada a Spielberg.
Hernando Harb
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