CEMENTERIO SIN CRUCES
de Robert Hossein
Título original en Italia: “Cimentero senza croci”
Título original en Francia: “Une corde, un Colt”
Origen: Francia e Italia, 1969
Género: Spaghetti Western
Hablada en inglés e italiano
Dirección: Robert Hossein
Guionistas: Dario Argento – Claude Desailly
Música: André Hossein
Fotografía en colores: Henri Persin
Intérpretes: Michèle Mercier (María Caine) – Robert Hossein (Manuel) –Guido Lollobrigida con el seudónimo de Lee Burton (Thomas Caine) – Daniele Vargas con el seudónimo de Daniel Vargas (Will Rogers) – Pierre Hatel (Frank Rogers) Anne-Marie Balin (Johanna)
Duración original: 90’
No estrenada en la Argentina
Calificación del DVD: Sólo para mayores de 13 años
Si este filme merece una atención es por más de un motivo. Presentada en la Argentina integrando una colección (la numero dos) de filmes del género spaghetti western por la empresa Imagine Entertainment con un fascículo escrito por Dardo Ferrari, el público aficionado al cine (no sólo el adicto western) se encuentra un título (el número 9 de la colección) que merece su atención.
Sabemos que cuando los filmes del Lejano Oeste estaban en su apogeo, los euditos culparon de su principio de agonía al izquierdista Fred Zinemann por su premiada “A la hora señalada”, que mereció una memorable respuesta en celuloide del gran Howard Hawks. Pero la maquinaria del cine de pistoleros, diligencias e indios se trasladó a Europa para recrear el moribundo género creando un estilo, el del spaghetti, cuyos exponentes mayores fueron en la dirección, el talentoso Sergio Leone y en la interpretación (¿quién otro?) Clint Eastwood. Lo hicieron con un estilo propio: zooms, música típica, escenarios de Almería, Andalucía, sátira a diestra y siniestra, mucho humor y sexo a cargo de espléndidas italianas y españolas dispuestas a lanzarse a la fama con o sin caballos veloces.
Este “Cementerio sin cruces” se parece a un estertor. Pero curioso anuncio de despedida. La dirige el hoy anciano (aún trabaja como actor) Robert Hossein (*) con la colaboración escenográfica de su padre, el pintor André Hossein, capaz diseñar un pueblo fantasma en homenaje a Dalí (hay que admitir que la escenificación de las desoladas calles es espléndida).
Pero el inteligente y múltiple Robert Hossein (marido de la linda Marina Vlady y cuñado de la no menos sexy Odile Versois (a las que dirigió en 1958 en una refulgente policial erótica llamada “Tú…el veneno”), contó con un guión escrito por alguien que se destacaría en la cinematografía (discusiones al margen): Dario Argento.
Y la mano de Argento se nota (¡y cómo!) en escenas como el descabezamiento de un conejo supliendo la muerte de un hombre, la doble violación de una hermosa chica, los vidrios descubriendo miradas asesinas, sombríos ojos anunciando venganzas funestas… En fin, Hossein se vale de Argento para lucirse en las secuencias más remarcables de un filme cuyo héroe es Manuel, un pistolero que cada vez a usar su arma se calza un guante (negro, claro) con el gesto de quien está pensando en su niñez pero pensando en terminar con la juventud de cuatro con la velocidad que el tramposo del montajista colabora entre risotadas.
Las sorpresas que ofrece este “Cementerio…” no terminan aquí: la bella Michèlle Mercier (famosa por sus eroticidades en una serie de los ’60 llamada Angelica) aparece todo el tiempo vestida de negro con ropas indignas hasta de una monja, viuda de Cristo. En el final, el duelo clásico se cumple entre cuatro tipos (un padre y tres hijos) contra un hombre a quien no le interesa el dinero y sólo quiere redimir una culpa (dudosa) de haber abandonado a la mujer de su amigo para no cometer adulterio.
Y hay mucho más que serviría para gastar dedos de computadora con el propósito de resumir la intención del filme: violar todas las clásicas reglas del western.
Ríanse los que culpaban al bueno de Zinemann. Porque Hossein no respeta ningún artículo del reglamento de las historietas del Oeste.
Con una referencia amical en el epílogo: el filme se lo dedica a Sergio Leone. Es cierto, el gran director italiano está presente en esta trama casi muda, de pocas palabras, de una parquedad que suplen las miradas de los protagonistas, al punto de que cada actitud puede ser interpretada de más de una manera y no estar errado (la venganza de Johanna, el ¿suicidio? de Manuel, la ausencia de maniqueas actitudes en la pareja de hermanos).
El francés homenajea al italiano con ayuda de Argento y con escenarios dignos de Dalí. Casi nada.
Es un filme para ser visto con pretensiones de cinéfilo. Y divertirse con aspiraciones de aficionado a la acción con mucho viento, hermosos caballos y un fondo musical caprichosamente burlón.
Recomendable para atónitos descubridores de viejos títulos de cuya existencia no tenían la menor sospecha.
Hernando Harb
(*) Robert Hossein trabajó en películas exitosísímas. Del cerca de centenar de títulos de su filmografía hay destellos como “Los unos y los otros”de Claude Lelouch (1981), dos filmes con la Bardot, “El reposo del guerrero” (1982) y “Si Don Juan fuera mujer” de Roger Vadim (1973), la segunda parte de “Un hombre y una mujer” (1986). Es de remarcar que hoy en día aún está en la palestra y va cumplir cerca de 80 años largos.
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