PUNTOS DE VISTA
de Pete Travis
Título original: “Vantage Point”
Estados Unidos, 2008
Género: Thriller
Distribuida por Columbia Pictures
Dirección: Pete Travis
Guión original: Barry L. Levy
Productor:Neal H. Moritz
Diseño de Producción: Brigitte Broch
Productores: Edgar Ramírez – Ayelet Zurer
Montaje: Stuart Baird
Música: Atli Örvarsson
Director de fotografía en colores: Amir Mokri
Hablada en inglés y español
Estrenada en
Duración original: 90´
Intérpretes: Dennis Quaid (Thomas Barnes) – Matthew Fox (Kent Taylor) – Forest Whitaker (Howard Lewis) – Sigourney Weaver (Rex Brooks) – William Hurt (Presidente Ashton) – Eduardo Noriega (Enrique) – Said Tghmaoui (Suárez)
Calificación en
Plaza de Salamanca, repleta de gente. Esperan al presidente Ashton, de los EE.UU., para inaugurar el foro contra el terrorismo. Hay una tensión que se percibe en el ambiente soleado (el filme fue rodado en Cuernavaca, México) que la cámara trasmite y no deja de hacerlo durante los quince minutos que unen la llegada del estadounidense, empieza el discurso del intendente y se produce un atentado: no sólo contra el presidente visitante, también estalla una bomba potente que derrumba varios edificios y deja ala plaza cubierta de heridos, polvo y gente escapando.
En una película en la que la protagonista es la acción. El desarrollo del relato transcurre puntualmente ese cuarto de hora vistos desde el punto de vista de asistentes al acto: un guardaespaldas culposo, otro demasiado heroico, un turista negro con su cámara digital, una movilera antiimperialista,- una madre y su pequeña hija que acaba de perder un helado, un policía español enamorado que se siente traicionado por su amante, una productora de TV, enfermeras, choferes de ambulancia, un hispano que busca a su hermano secuestrado, un conserje de hotel…
No hay personajes en el estricto sentido cinematográfico, son simples marionetas que el director Pete Travis usa para concretar un ejercicio de estilo con la complicidad del montajista Stuart Baird y el músico Atli Örvarsson. En verdad, los tres son los responsables de este despliegue de dinámica que no da respiro al espectador.
Las líneas de diálogo son apenas interjecciones, órdenes, breves pedidos de auxilio, llamados de atención… También los objetos se incorporar al juego del realizador y sus dos magníficos profesionales: un celular modernísimo que dispara tiros, un ventilador que gira en un cuartucho solitario, una cámara fotográfica curiosa, la capa de una enfermera, un cucurucho, una cámara de televisión que se duplica y triplica…
En suma, un cine hecho de imágenes que duran desde medio segundo hasta un minutos, y se amalgaman hasta el paroxismo dejando a William Friedkin y su “Contacto en Francia” o James Bond y su 007 corriendo por grúas y caminos estrechos a la altura de un aprendiz de velocidad al servicio del montaje.
Un ejemplo entre muchos: un agente del Servicio Secreto observa un visillo moviéndose en una ventana que se supone vacía (la escena dura dos segundos), un turista negro observa con su cámara de fotos la mirada intrigada (un segundo), no tienen tiempo de dudar (medio segundo de ojos azorados), una mano dispara una pistola (otro segundo), el presidente cae (medio segundo), otra mirada que anuncia una huida sin que su dueña diga una sola palabra, otros ojos que lo miran y advierten más adrenalina, un policía que tira un bolso, otro que descubre el gesto, un estallido terrible, miles de astillas, escombros, voces, centenares de segundos que Travis enlaza en el cuarto de la moviola para armar cine puro, con una trama casi mínima, con diálogos que se parecen balbuceos, con una intriga que crece, donde el sospechoso puede ser cualquiera y hasta multiplicarse en varios.
Hay pasajes que el óptimo fotógrafo Amir Mokri enfoca un solo ojo (no se sabe de quién) y el espectador se inquieta ante una duda; el ojo es reemplazado por el de una mujer, luego por el de una niña, y el de ésta por un huracán de tierra que cubre cuerpos y espanta el aire respirable reemplazado por ayes y llantos.
Una magnífica película de acción realizada con la prolijidad de un experto y que logra que las actuaciones (el reparto es de primer orden) no puedan decir que son tales porque aparece un rival absorbente: la acción. ¿Quién puede decir que el notable Forest Whitaker se luce entre planos y contraplanos que lo convierten en un cuerpo que huye, se esconde, busca a una niña llamada Anna y que con un movimiento nervioso de espaldas anuncia la presencia de un posible atacador? ¿Quién puede negar que el joven actor Eduardo Noriega sacrifica sus cualidades interpretativas y se somete a los designios de un realizador que hace con la filmadora una prolongación de sus manos para reflejar la persecución de varios coches en callecitas empedradas en medio de gente despavorida?
Se dijo que “Puntos de vista” es la visión particular de 8 personajes ante un acto terrorista. Nada más errado. Primero que el número de observadores es casi el doble. Segundo: salvo algún terrorista emite algo parecido a una frase vengativa.
Los atacados somos todos los observadores. El atacado: un presidente (o su doble).
Las palmas de este thriller se las lleva un virtuoso dividido en tres nombres: el del director, el del montajista y el de la música, cuyos sonidos trasmiten estados de ánimo como contadas veces se ha escuchado en esta clase de filmes.
Consejo: véala. No haga caso de opiniones apresuradas ni de críticas desorientadoramente vanguardistas.
Observación: Fíjese en el actor que cumple el rol de Suárez, se llama Said Tghmaouni, tiene gran futuro. Pronto lo veremos en “Endgame” (2009) con William Hurt.
HERNANDO HARB
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