EL LADO EQUIVOCADO DE ANTONIONI
(A propósito de una redición de Pink Floyd)
Se supo. Todos conocían la admiración del director italiano Michelangelo Antonioni (1912-2007) por el conjunto Pink Floyd, la excelente banda musical que compusiera “The Wall” (pese a los artificios del abúlico Alan Parker como realizador de cine).
Pero la noticia de la redición de un CD que incluye la bellísima “Us and them” (después hit de “El lado oscuro de la luna” la prensa internacional difundió el rechazo que manifestó el artesano de “Blow Up” por incluir la hermosa melodía en una de las secuencias fundamentales de su único filme estadounidense “Zabriskie Point” aduciendo que no le “gustaba”., ante la presencia de la banda musical encabezada por el psicótico Syd Barret. Furon muchas las idas y venidas entre el discutido director y el talentoso grupo. Cuyas partituras, a excepción de la mencionada, sí fueron aceptadas por el crítico de la “alienación capitalista” exportada por Norteamérica.
Es más, Antonioni recurrió a The Doors, y le pidió un fondo musical adecuado para una de las escenas fundamentales de su proyectoque se desarrollaba en la localidad de Lone Point, donde le llamó la atención un gran lago seco debajo de Mount Whitney, Los Ángeles, donde lo deslumbró la belleza muerte del Valle de
Morrison, el alma de The Doors, dijo que sí y creó en menos de un día la composición “L’America”. Antonioni se la rechazó. “No me gustó”, le confesaría a su hija, una actriz menor que alguna vez trabajó con su padre, ya anciano y muy enfermo. Y resolvió recurrir a los Pink Floyd suponemos con ningún arrepentimiento. La egolatría de M.A., creada por los elogios vanguardistas de los ’70, se mantenía incólume.
Todo esto viene a colación para no sólo anunciar la redición de un mítico álbum de Pink Floyd con la dolorosa y rebelde guitarra de David Glimour, también para conocer el desconocimiento de la calidad musical de su tiempo, tal vez influido por su obsesivo odio a un mundo que se imponía en varios aspectos y que era ajeno a sus gustos e impertinencias absolutistas.
De todas maneras la secuencia de la destrucción del edificio Mobil, en el sur de Los Ángeles, que se suponía pertenecía a las oficinas de
Los músicos pop no deben de haberse impresionado ante las deficiencias auditivas de un tozudo innovador admirado por los Guido Aristarco de entonces. Lo que sí asombra es que los hermosos jóvenes que representaban a Daria y a Mark, representantes de la juventud de los EE.UU. de aquel tiempo, desaparecieron como por arte de magia. El olfato selectivo del responsable de “La aventura” dio otra demostración de ineficacia.
La cuestión es que la redición de la obra maestra del mítico conjunto musical va a tener la acogida de los memoriosos y de los jóvenes seguidores que se multiplican merced al idioma de la música.
HERNANDO HARB
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