EL PUEBLO DE LOS MALDITOS de Wolf Rilla- Hernando Harb

miércoles, 17 de noviembre de 2010 en 4:40





















EL PUEBLO DE LOS MALDITOS

de Wolf Rilla


Título original: The Village of the Damned

Origen: Reino Unido, 1960

Género: Horror

Hablada en inglés

Dirección: Wolf Rilla

Guión: Stirling Silliphant – Wolf Rilla – Ronald Kinnoch

Novela de: “The Midwich Cukoos” de John Wyndham

Producción: Ronald

Fotografía en blanco y negro: Geoffrey Faithfull

Montaje: Gordon Hales

Música: Ron Goowyn

Duración: 77’

Estrenada en la Argentina: Octubre de 1960 en el cine Metro

Calificación: Prohibida para menores de 14 años

Presentada en DVD en versión pasterizada de la Colección de Ciencia-Ficción con un fascículo redactado por Horacio Moreno.


Es una película impactante. A tantas décadas de su estreno conserva casi el mismo interés y mantiene un suspense inalterable.

El mérito principal es sin duda de la dirección del director de origen alemán Wolf Rilla (nacido en 1920 y fallecido en Providence, France), a quien se le debe algún título rescatable como “Pax” (1968).

El ingenio de la novela del por entonces admirado John Wyndham es también otro de los puntos a favor. Esta historia que de repente sufre el pueblo campestre de Midwich es excitante. Todos sus habitantes y animales pariente del doctor Gordon concurre al lugar y detecta el raro fenómeno junto con el doctor rural.

Consecuencia: todas las mujeres (vírgenes incluidas, exceptuar las de edad madura) quedan embarazadas. Hay una escena insólita para los años de su estreno: un marido retorna después de muchos años y se encuentra con que su esposa espera un hijo de no sabe quién (ni cómo lo ha engendrado).

En centro gira en torno de un matrimonio burgués: él, Gordon, en científico racionalista: ella, Anthea (dejamos que quien lea estas líneas descubra el porqué de la elección del nombre), deseosa de ser madre.

La explosión de la trama no tarda: nacen unos hermosos chicos todos muy rubios, de ojos con la luminosidad de una computadora que se encienden aún más cuando uno de ellos es atacado o se amenaza su existencia.

Están adelantados unos cuantos respecto de los cálculos del curioso de Darwin. Constituyen una secta que se autoprotege, desconocen los sentimientos humanos y leen las mentes de nosotros, pobres hombres desorientados ante estos monstruitos inteligentísimos, lindos y malvados.

Rilla recrea la historia con habilidad, se despreocupa de los impedimentos del cine de “clase B” y crea una película que se conserva como un clásico en su estipo. Al punto que hasta tuvo una remake en 1995 formidable diagramada por alguien que sabe mucho de sustos y de intrigas misteriosas en un mundo nada bueno: John Carpenter.

Ésta es una versión muy bien cuidada que puede encontrarse en videoclubes y hasta en puestos callejeros. Vale la pena conocerla.

Las actuaciones son correctas: sobre todo el argentino George Sanders despliega su estilo de gentleman con que seduciría a la sociedad wildeana y hasta luego enamoraría a la Rebeca, esa mujer inolvidable que Hitchcock haría vivir hasta después de ser asesinada gracias a su estilo de un gran del cine.

Vale la pena conocer el nombre de Wolf Rilla.

NOTA: Insisto, con respeto, que la definición mal traducida de sciencie fiction en la que parece titubear el estudio Horacio Moreno, podría ser revida en los fascículos posteriores para el esclarecimiento de futuros lectores.


Hernando Harb

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