TRÓPICO DE SANGRE
de Juan Delancer
Origen: República Dominicana, 2010
Género: Drama/Historia
Hablada en español
Dirección: Juan Delancer
Guión: Juan Delancer
Producción: Joan Giacinti
Música: Manuel Tejada
Fotografía en colores y en blanco/negro: Ricardo DeÁngelis
Montaje: Peggi Eghbalian y Nelson Rodríguez
Compañía: Corporación Permasi Films
Intérpretes: Michelle Rodríguez (Minerva) – Juan Fernández (Trujillo) – Sergio Carlo (Manolo Tavares) – Alexander Estrella (Tte. Jiménez) - César Evora (Antonio De La Maza)
Duración original: 116’
No estrenada en la Argentina
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Es un filme de la nueva cinematografía dominicana. Intenta reflejar los últimos 17 años de la dictadura de Ramón Leonidas Trujillo, tirano que se mantuvo 30 en el poder. Amo y señor de vidas y tierras, asesino de opositores en la “Casa 40” dirigida por los infaltables esbirros, ladrón del tesoro nacional, cruel hasta el espanto pero sin mancharse las manos de sangre derramada, capaz de mantener buenas relaciones con los Estados Unidos enviándole azúcar negra en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, creador de las pancartas “Dios y Trujillo”, en fin, la típica figura que se repite en la historia de los pueblos cuando domina el hambre y la ignorancia. Este personaje es uno de los centros de este filme cuya sinceridad ubicamos en uno de los fieles de la balanza.
En el otro: la lucha contra la dictadura de parte de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, hijas de un almacenero dueños de unas hectáreas y de una humilde ama de casa en un pueblo pacífico, Salcedo.
Trujillo, invitado por un servil alcahuete a visitar el poblado, conoce a Minerva, una bella muchacha, culta y deseosa de aprender abogacía en la entonces “peligrosa” capital de su dominado país. Pone sus ojos en ella, la que recita unos versos que ubican a su Nación en un solo trópico geográfico: el Trópico de Sangre, que da origen al título de la película rodada con modestos recursos.
No se arrodilla ante el hombre que ultraja la condición de ser mujer, ni a quien manda a matar a sus amigos acusándolos de “comunistas”. Eso le costará su vida y las de sus dos hermanas, integrantes de un grupo libertario que pasó a la historia de la pequeña nación latinoamericana.
La sinceridad de los diálogos, la afanosa reconstrucción de época (autos, vestuario, cigarrillos), la intensidad mostrada en los instantes de tortura en la famosa “silla eléctrica trujillana”, compensa la inexperiencia del montaje o cierta descolorida fotografía de este relato cuya sublevación se inicia al conocerse el asesinato de un poeta vasco, por cuya vida reclama la mismísima Casa Blanca (hecho reflejado en escenas documentales).
Hay escenas de una bella sencillez: el baile de Minerva, una magnífica Michelle Rodríguez (*), con su enamorado Manolo en el “baile del palo”, típica fiesta de pueblo. Hay otras que irritan y que recalca el desafío del personaje femenino protagónico cuando se le niega ejercer su profesión de abogada y quema su diploma en la cocina ante la mirada azorada de sus dos hijitas y de su marido.
Los bellos paisajes de Salcedo y de Jarabacova son un remanso en el entramado contrastante con las ciudadelas de tipejos de anteojos negros que metralleta en mano buscan chivos expiatorios.
No es una película de gran calidad. Es modesta, y no esconde su condición de tal. Prefiere mostrar el destino de los autoritarios que se suponen inmortales mientras deambulan el sendero de una vida que conduce a un final misterioso e inevitable.
El asesinato de Trujillo es mostrado con mesura, sin clásicos histerismos. En cambio el final de las tres hermanas Mirabal no escatima una violencia sublevadota, la que originó la existencia de un museo que hasta en la actualidad es una parada para turistas y estudiantes (incluidos escolares dominicanos) en la bella Salcedo, un remanso de la naturaleza lastimado por la mano del hombre que no se ensucia sus manos con sangre inocente pero viste de impecable traje blanco con bastón haciendo juego.
Vale la pena insistir: es una discreta película, pero resucita algo del pasado como si fuera un librito de historia abierto en un capítulo salpicado de sangre.(**)
(*)Michelle Rodríguez es la ascendente actriz a quien vimos en Avatar (2009) de James Cameron en el rol de Trudy Chacon, y es una de las protagonistas de Machete (2010), el más reciente divertimento de Robert Rodríguez. Ambos filmes comentados en este blog.
(**) Trópico de sangre fue exhibido en el Festival de Cine Internacional Fine Arts Novo Centro.
HERNANDO HARB
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