Título original: ídem

Estados Unidos, 2010

Género: Acción/Comedia

Hablada en inglés y en ruso

Director: Robert Schwentke

Guión: Jon y Erich Hoeber

Basado en un cómic de Warren Ellis&Cully Hammer

Productor: Lorenzo di Benaventura

Música: Christophe Beck

Fotografía en colores: Florian Ballhaus

Montaje: Thom Noble

Intérpretes: Bruce Willis (Frank Moses) – Morgan Freeman (Joe Matheson) – John Malkovich (Marvin) – Helen Mirren (Victoria) – May-Louise Parker (Sarah Ross) – Karl Urban (William Cooper) – Brian Fox (Ivan) – Erns Borgnine (Henry) – Richard Dreyfuss (Alexander Dunning)

Fecha de estreno en la Argentina: 28 octubre de 2010

Duración original: 111’

Está basada en el vigésimo cómic que han filmado los estadounidenses (por lo menos) durante el último par de meses. Desconocido (por suerte) en la Argentina y firmado por un dúo: Warren Mills y Cully Hammer, para el que la coherencia en la trama y la lógica secuencial de la fantasía no son su fuerte.

Hay que admitir que el tándem de guionistas no ayuda mucho. Al contrario, uno presiente que contribuye a que aumente la confusión reinante, que debió enfurecer al montajista Thom Noble (quien después de este trabajo de no haberse quejado a la empresa es porque hace honor al significado de su apellido).

El disparate en technicolor que es RED (pomposa sigla de Retired Extremely Dangerous que debe traducirse con propiedad como Jubilados Extremadamente Peligrosos) la dirigió Robert Schwentke, el mismo de la fallida Plan de vuelo (2005, con Jodie Foster) y de una fantasía romanticona cargada de miel que en nuestro país se distribuyó como Te amaré por siempre y cuyo original era Más allá del tiempo).

En este caso se trata de un relato de acción con abundantes toques de comedia fallida y de balazos en cantidades como para proveer a varios ejércitos.

La supuesta trama se inicia en Arkansas y culmina en Boston (y promete continuar leyendo la nómina de, personal antes del the end, lo que puede ocurrir ya que resulta costoso levantarse de la butaca) cuenta cómo Frank (un impávido Bruce Willis de pelada cada vez más lustrosa) es un ex agente de la CIA enamorado de Sarah (la insípida May-Louise Parker), una escritora de novelitas de amor que lo complica de algún modo justo cuando su vieja organización lo persigue para matarlo y él huye llevándosela a la fuerza por esas envidiables carreteras de USA.

El perseguido va en busca de ayuda y conocer los motivos por el que desean desaparezca del mapa. Termina aliándose con ex compañeros: Joe, internado en un geriátrico al que no ve hace nueve años (un mediocre Morgan Freeman) que muere a la mitad del filme; Marvin (soberbio John Malcovich que no se toma en serio su papel y corre con cerdito blanco que es un muñeco donde esconde un misil portátil) y la sesentona Victoria (Helen Mirren, en un lamentable error de casting) que está enamorada del ruso Iván luego de que le disparara tres balazos en el pecho (del lado derecho).

Los cuatro ex empleados de la CIA y Sarah se la pasan huyendo de estado en estado acosados por el joven William Cooper (el galancete Karl Urban) por una cuestión que tiene que ver con el asesinato al vicepresidente de los EE.UU. Y pare contar. No es necesario.

Hay que agradecer que la Mirren se humille trabajando casi al final, que Malcovich se burle de sí mismo, que la fotografía sea muy linda y que la insensatez del público adolescente le haga creer a uno que está errado porque festejan las corridas, golpes, persecuciones en la nieve y tiros desperdiciados a carcajadas destempladas.

Ellos no se compadecen de la edad de los buenos intérpretes esforzándose por aparecer más jóvenes, ni aplauden la labor de los anónimos stunts y menos la aparición de Ernst Borgnine haciendo de un guardián del papeleo de los Servicios Secretos, capaz de entregar en nombre de la amistad una lista de asesinados en Guatemala que puede complicar a todo el elenco y a su nación. Menos mal que es una película. Detestable, es verdad, pero me temo que va a despertar el interés de la hinchada de esas películas rápidas y furiosas, salpicada esta vez con toques de cómic que se supone divertido.

No los perdonemos porque saben lo que hacen…

Hernando Harb