Falleció el 29 de agosto en París el director y guionista Alain Courneau. Había nacido otro día de agosto, 7 de 1943, en Meung-sur-Loire, Loiret.
Su afición desde adolescente fue la música, pero su amistad con el director belga Costa-Gavras lo vinculó al mundo del cine. Fue el ayudante de éste en la polémica “La a’veu” (“La confesión”, 1970). Desde entonces no dejó de guionar y filmar filmes de diversos géneros.
El primero, “Le jazz est-il dans Harlem?” (1969) fue un fracaso no sólo a nivel local. Pero el tenaz Couneau se empeñó en reanudar una carrera que incluiría varios mediocres títulos de suspenso: “Police Python
Fue “Serie negra” (“Série Noir”) en 1979 la que le dio cierta notoriedad. Aunque muchos le adjudican la buena repercusión al libreto original basado en una novela del estadounidense Jim Thompson, considerado el James Hadley Chase francés. Además influyó el debut de una jovencísima Marie Trintignant -hija del ex galán Daniel Gelin- quien se animaba a representar un semidesnudo osado en su momento.
Pero también estaba como protagonista el notable actor Patrick Dewaere [nació en 1947 y, víctima de las drogas, falleció en 1982].
Le siguieron una serie de obstinadas aventuras menores como “El príncipe del Pacífico” (“Le Prince du Pacifique”, 2000), “El soplón” (“Le cousin”, 1997) y un mamotreto coloreado que se llamó “Fort Sagane” en 1084.
Hastque que en 1991 rodó “Todas las mañanas del mundo” (“Tous les matins du monde”), sobre un músico del siglo XVII, protagonizada por Gérard Depardieu (a quien secundaba su hijo Guillaume). El filme obtuve varios premios César (el Oscar francés) y fue candidata al Globo de Oro al mejor filme en idioma extranjero. De más está decir que una estatuilla gala fue para Corneau. La película tenía una banda sonora admirable, una escenografía exquisita y una interpretación remarcable. Pero los cronistas internaciones hicieron hincapié en que uno de los mayores valores residía en el libreto del renombrado Pascal Quignard. No dejaban de tener razón si se revisaba la irregular e inocua filmografía del director francés recientemente fallecido de cáncer.
Su última obra se llamó “Crime d´amour” con las rubias Ludivine Sagnier y Kristin Scott Thomas, fue estrenada la primera semana de agosto y se exhibirá en el certamen de Toronto.
Analizando la carrera de este director delgado, de finos modales y de una cordialidad reconocida para con la prensa uno no puede dejar de pensar que el sendero que debió haber elegido era el de la música. Baste recordar su afición juvenil y el título más importante de filmografía, sin olvidar que fue un obstinado adaptador de siete de sus dieciséis filmes.
HERNANDO HARB
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