IGUALITA A MÍ
de Diego Kaplan
Argentina, 2010
Género: comedia
Dirección: Diego Kaplan
Guionistas: Juan Vera –Daniel Cúparo
Dirección de Arte: Mercedes Alfonsín
Música: Iván Wyszogrod
Fotografía en colores: Félix Monti
Montaje: Alejandro Carrillo Peni
Casting: Villegas Bros
Productora: Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)/ Patagonik Film
Estreno en la Argentina: 12 de agosto de 2010-09-10 Duración: 110’
Intérpretes: Adrián Suar (Fredy) – Florencia Bertotti (Aylín) – Claudia Fontán – Gabriel Chame Buendía – Juan Carlos Galván- Gabriela Acosta
Calificación: Apto para todo público
No hay duda, si algo distingue a Adrián Suar es que es el equivalente a Michael Fox (el “Volver al futuro”). Es un eterno joven. Tal vez guarde el formol secreto en su oficina de Ideas del Sur. De otro modo no se explica que haga en esta pseudotelenovela de Fredy, un soltero de 41 años, metrosexual, mujeriego, bailarín nocturno incansable “a lo monky”, petiso (Peter Pan lo llama su hermano) y poco amigo de los animales domésticos (tira a un gatito por el balcón, menos mal que el felino tiene siete vidas).
Un día se le aparece Aylín (21 años, insoportable rubiecita con voz meliflua) quien presume que él es su padre. La prueba: una foto de su mamá jovencita y de ella. Fredy reconoce a la chica con la que tuvo uno o dos encuentros en un viaje de egresados a Bariloche). Se hace el ADN (el médico parece salido de una película de los ’40) y se descubre que es su hija y que va a ser abuelo (luego se vera que lo será de una beba que parece capaz de ingresar a un jardín de infantes).
El hecho de ser abuelo le destroza su rutina. La empalagosa chica trae al departamento a su mamá –convertida en gordinflona, despeinada permanente y adicta al cigarrillo- y al novio, un muchachito al que la encargada de vestuario no tomó en cuenta, menos que al resto del reparto.
No importa. La familia es más fuerte. Él sigue los consejos sensatos de su peluquera (la única mesurada del guión escrito en un par de días) y comprende que su futuro es el de casarse, ser padre, disfrutar de su futuro nieto(a), no teñirse (aunque la maquilladora lo tiñe a Suar de un blanco azulado y le empolva la cara para convertirlo en mayorcito) y listo, llega el final, con campanadas de Navidad y mucho champán.
Decir que los diálogos no existen es poco. El más profundo lo dice Fredy: “El amor es algo raro”. Lo demás son cuatro malas palabras por minuto. Costumbre, que le dicen, en una historietita donde no hay gente pobre, sin futuro y con calles sucias. El neorrealismo no es el fuerte de Diego Kaplan.
Referirse a la música es inútil. El único enigma que provoca es la inclusión de una canción y cantante estadounidense cerrando el larguísimo desfile de técnicos y colaboradores de esta “Igualita…” que para colmo contiene tantos bloopers y errores escenográficos que no dan ganas de detallar ni mencionar tan sólo uno.
Florencia Bertotti (es Aylén, una despistada que traba en aromaterapia en la feria de El Bolsón junto al parco de su novio) surgió de la televisión, lo cual no es una garantía de calidad y trabajó en tres películas (una sola, “El faro”, de discreto recuerdo). Aquí parece que su futuro será el de una digna Floricienta o Cenicienta o algo así, hasta que le toquye hacer de partiquina.
A Suar, al que algunos definieron como el rey Midas, esperemos por su bien personal que mantenga su fama. Pero, muchacho, el cine no es sólo industria. Con este entretiempo vacuo (no llega a ser entretenimiento) cabe reiterarle que: “El dinero no es todo”.
Nota: la escena en que echa de su ancha cama a la gordinflona ex affaire entra en la antología del mal gusto.
Segunda nota: a esta altura aseguran que la película fue vista por mas de doscientas mil personas. O bien ya se sabe cómo se fabrican las estadísticas oficiales. O el público argentino va mal encaminado (deducción dicha con humildad). Con la verdad no se ofende. A veces sirve para mejorarse, es mi deseo.
HERNANDO HARB
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