SOY CUBA de Mikhail Kalatozov - Hernando Harb

miércoles, 8 de diciembre de 2010 en 8:27















SOY CUBA
de Mikhail Kalatozov

Título original: ídem Origen: Unión Soviética – Cuba, 1964 Género: Drama Hablada en español e inglés Dirección: Mikhail Kalatozov Guión original: Enriqueda Pineda Barnet – Yevgeni Yevtushenko Prducctora: Mossa Film – Instituto de Cine de Cuba Dirección de producción: Bela Fridman - En la versión cubana: Maryakhin Symson – En la versión rusa: Miguel Mendoza Música original: Carlos Fariñas Fotografía en blanco y negro: Sergei Ursevitsky Montaje: Nina Glagoleva Intérpretes: José Gallardo (Pedro) – Luz María Collazo (María/Betty) – Sergio Corrieri (Alberto) – Jean Bouise (Jum) – Celia Rodríguez (Gloria) – Mario González Broche (Pablo) Duración: 141’ No estrenada en la Argentina Versión en DVD: 2 CD’s. (Año 2010) Calificación: Apta para todo público

Es un extenso panfleto a favor de la revolución castrista filmado en 1964, interdicto en la Argentina y, hoy, no potable para ser estrenado. Motivo: los tiempos pasan, la película no soporta el paso de los años y el fracaso comercial lo ve desde el cadete de la distribuidora. Está realizada por un excelente director, Mikhail Kalatazov, nacido en una localidad de la República de Georgia y fallecido el 27 de marzo de 1973 en Moscú. No es difícil suponer que fue otra víctima artística del “realismo socialista” en sus etapas previas. Fue el responsable de una bella película estrenada en 1975, “Pasaron las grullas”, lo que afianza la posibilidad de que los “tutores” de la censura soviética influyeron en su carrera y amordazaron su capacidad creativa. No son deducciones capitalistas: cualquier aficionado al cine conoce la humillación sufrida por el gran Sergei Eisenstein en una vergonzosa carta negando culpas antiestatales. (Cualquier libro de cine ruso la transcribe, letras más, letras menos.) El primer mérito de este filme es su bellísima fotografía en blanco y negro debida a Sergei Ursevitsky, un talento asombrosa por la belleza de sus imágenes, las tonalidades impecables, las sombras asomando oscuridades del rostro y soportando los vaivenes de una cámara que reproduce escenas sin cortes de montaje. Una maravilla de artista. En cuanto a “Soy Cuba” son una sucesión de episodios enlazados con los versos del militante poeta Sergei Evtushenko, que si no fuera que son recitados por una voz femenina armoniosa podrían resultar contradictorios, aburridos y envejecidos desde que fueron escritos. Mientras la voz en off agradece al Señor Colón haber descubierto tan bellas tierras la cámara da una lección de política marxista-leninista a través de varios ejemplos: a modo de enseñanza vemos cómo una chica que vive en un barrio miserable y es novia de un vendedor de frutas prerrevolucionario por las noches concurre a un cabaret para prostituirse en brazos de un invasivo, feo y cínico norteamericano que después de acostarse con ella hasta le compra un crucifijo que la chica lleva en el cuello porque el tipo es “coleccionista de material religioso”. Lección primera: en la época del dictador derrocado por Fidel Castro y el pueblo las muchachas para tener dinero se enviciaban en cafés concurridos por americanos gordos, con anteojos y aficionados a unas muchachas semidesnudas hermosísimas. Luego de otro recitado, vemos a un anciano que está feliz con el cultivo de azúcar de su tierra, con su mujer e hijos. Pero arriban tres cowboys para decirle que los terrenos se vendieron a la United Fruit. El anciano recuerda las imágenes de amor que vivió con su esposa y las angelicales sonrisas de sus hijos. Pero la furia del presenta lo obliga a quemar todos los cañaverales que tiene a su alcance a los gritos de “Esto vale mucho”. Lección segunda: más vale quemar tu trabajo antes de entregarlo a los invasores yankis, No importa que tus hijos contemplen la escena. No es cuestión de darles explicaciones que el guión no marca. Otra vez la recitadora y pasamos a la ciudad: un muchacho en saber si es necesario en matar al dictador Batista que sumarse a la espera de que desde Sierra Maestra llegue Fidel. Los compañeros lo adoctrinan.No está convencido hasta que un gordo gordísimo de toda gordura que encabeza un pelotón represor mata a un compañero y el avance para vengarse, no lo logra, pero el asesino le dispara tantos tiros que ni las balaceras de Tarantino pueden competir. Lección tercera: la revolución ya llega, si matas a un dictador vendrá otro… Esto está reflejado en dos escenas dignas de un librito de aprendizaje: cuando la policía descubre un libro con la portada de Lenin un muchacho gráfico responde: “El libro es nuestro y quien no lo ha leído no sabe nada de la vida” (sic). Un poco exagerado. El totalitario no puede desconocer que un libro de Marx o de Lenin no se puede guionar porque los intentos dan una película como ésta. Es cuestión de metodología elemental: el maestro marxista, en su sala de aprendizaje y adoctrinamiento; el director de cine con su cámara y un buen guión para contarnos una historia sin moralejas que deban ser escuchadas por alumnos que faltaron al curso práctico y se fueron al cine. Conviene rever a Eisenstein. La otra escena de este episodio es la de un joven que, asomado al balcón, tira panfletos negando que Fidel está muerto y que la revolución llega. Lo matan por la espalda y cae en medio de una plaza blanquísima cerca de la iglesia (también alba) donde pensaba casarse la pareja del primer episodio. Para rematar, aparece un hombre en el campo con su mujer y cuatro hijos que se asusta ante la presencia de un guerrillero muerto de hambre. Le dan de comer pero lo echan porque quieren vivir en paz.El revolucionario se va justo antes de que aviones se manden una embestida hasta matar a uno de los chicos. Él, llorando, abandona a los suyos y ahí, a la vuelta del camino, se encuentra con el militante que le dice bíblicamente: “Sabía que vendrías, ahora gánate tu fusil”.Se suma a la caravana. Encuentra un fusil y a al ritmo de una marcha libertadora avanza en medio de humo, bombas que ni lo raspan y la voz de la entonadora de versos diciendo que “las armas no son para matar (¿, sino para combatir la injusticia, lograr educación para los hijos, ropas para campesinos, obreros y estudiantes” y un discurso (muy realista) pero que no resultan auténticas en medio de esta pesadillesca clase de adoctrinamiento juvenil. Lección última: si uno falta al cursillo leninista no lo reemplaces con una película. “El Capital” no ha sido escrito por un guionista o un aficionado al cine… Si uno se decide a ver este filme en dos CD’s es porque en la tapa lo apadrina Martin Scorsese y Francis Ford Coppola. Sin muchas explicaciones. Y en la contratapa se dice que es una versión de ¡Comunismo Kitsch!... Bueno. En definitiva: un desperdicio pòr el lado que se lo mire. Castro la debe de haber visto y no quedó conforme (seguro). El “Che” si la vio debe haberse dado cuenta de que ni lo nombran salvo que uno considere una referencia a su persona cuando un joven dice “Fidel y su compañero están llegando”. Muy pobre como dato. Lo que hay que remarcar es la ridícula secuencia es que el muchacho de ciudad quiere matar al tirano Batista con un rifle con mira telescópìca. No lo hace porque parece conmoverse al ver a dos chiquititos (nietos del dictador, tal vez) desayunando a balcón abierto en tanto la esposa les sirve el café con leche. Lección cinematográfica: un poco de coherencia es necesaria. Esto se nota a la distancia: los amores y los odios, los grandes y los malos hechos, son mejor juzgados a la distancia. Es que el tiempo es implacable. Y las tiranías no son cuestiones de héroes acartonados ni de traidores ausentes. El hombre es el motivo, Y del motivo debemos sacar conclusiones. ¡Ah! Un elogio enorme para el fotógrafo extraordinario de esta “Soy Cuba” que ya está en el olvido.


Hernando Harb

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