SANGRE DEL PACIFICO de Boy Olmi - Hernando Harb

viernes, 24 de diciembre de 2010 en 16:32





















SANGRE DEL PACIFICO
de Boy Olmi

SANGRE DEL PACÍFICO- Argentina, 2009 Género: Drama Hablada en español y en un dialecto peruano Dirección, Guión (original) y Producción: Boy Olmi Producción ejecutiva: Ricardo Freixa Música: Mariano Otero Fotografía en colores: Ricardo DeÁngelis Montaje: Marcela Sáenz Intérpretes: Delfi Galbiati (el escritor y actor) . Ana Celentano (Sara) – Emilia Paino (Charito) – China Zorrilla (Patrona) – Ezequiel Díaz (Juan) Duración: 100’ Estrenada en la Argentina: noviembre de 2009 Calificación: Todo público

En el making of del DVD, se le pregunta a alguien por qué se dedicó a la producción: la respuesta es por diversión. Ojalá algo de esa sensación (aunque más no sea un mero entretenimiento logrado por una prolija lectura del libreto) se hubiera filtrado en esta opera prima del director Boy Olmi, cuyo suntuoso currículum ofrecido en el bonus es de una presuntuosidad que contagia este filme combinador de simbolismos, fantasías, realidades desgraciadas, una clase media soberbia hasta el absurdo en oposición a una clase humilde esforzada, buenísima como el pan recién horneado y conservadora de dignidad. Hay una secuencia en que un señor (es general del ejército) ante el requerimiento de un realizador de cine que le pide el mejor esgrimista porque lo que necesita para realizar lo que considera su postrer filme le responde: “Bueno, sí. Leí el guión. No entendí nada. Pero me gustó”. Y le consigue al esgrimista, un Juan inocente que viste día y noche de granadero y escucha de labios de su primer amor frases como ésta: “No sé qué piensan los pájaros. Sé como comen. Me gustarían saber qué piensan”. Esto se lo dice cuando el enamorado con actitudes de adolescente le cuenta que tiene un zorzal en la casa de su abuela al que bautizó Zorzal, sin hacer gala de mucho ingenio. Acto seguido le dice a la muchacha, una doméstica en su día libre: “Bésame”. Y se dan un ósculo (in)digno de un adolescente que apenas ve la tele de los domingos. Frases y escenas como ésta abundan con intención algo críptica, y uno espera que la película haya entendido por los asistentes al Festival de Chipre donde se exhibió. Hay escenas insólitas (en la fachada de la Casa de Gobierno, un granadero sufre un desmayo estando de guardia -en San Luis, donde se rodó esta película la canícula debió ser tal que hasta los actores pedían un ventilador-) sin explicación en el guión-. Ejemplos abundan. Falta que aparezca un caballo azabache de San Martín en el patio campero con algún sentido que Olmi podría conocer. Eso sí. Abunda el agua: pileta de natación refrescante, el río, muchas canillas abiertas, baldazos higiénicos en veredas y patios, una jarra llena de agua para limpiar una camisa manchada de sangre. Se supone que la finalidad es simbólica. En cierto modo tal vez lo sea, al igual que los soldados de la Independencia que aparecen en la imaginación del protagonista que quiere filmar una historia del nacimiento de la patria. Pero el resultado ofrecido es: mucha ambición, pocos resultados a la vista. La hija de este hombre -ex actor famoso y director de cine-es Sara, una antropóloga que hace encuesta de mujeres que trabajan de empleadas domésticas: recoge testimonios, tantos que hacen sospechar que Olmi hace una documental acerca de las mucamas que vienen del interior o del Perú (como Charito, protagonista lacónica de esta rebuscadísima historia). Pero no. Nada que ver. Uno se entera que el intelectual barbudo papá de Sara se siente impresionado por Charito sirviendo la mesa en una hermosa casa colonial de una amiga, quien le informa el año de la construcción: antes de 1810. ( La verdad es que está reciclada a la perfección). La impresión de guionista-mucama deviene de una vieja relación que el hombre tuvo cerca del Titicaca con una doméstica llamada Blanca, con la que pasó los momentos más hermosos de su vida. En sus delirios cree que Charito puede ser hija. Todo este pastiche se puede resumir en unas palabras del planificador que prepara su última creación para el depreciado cine argentino: “Me gusta comer mucho budín de pan”. Entonces uno piensa que los ingredientes de su plato preferido hubieran sido de similar simplicidad al pastiche de esta “Sangre…” que no llega al río y que se parece a una mezcla de ceviche (plato peruano elogiado en el desarrollo de este traspié), ensalada de frutas y asado, en cualquier orden. La crítica social fue una presunción (in)grata. Salvo la bellísima fotografía de Ricardo DeÁngelis, los cien minutos de duración se duplican ante la paciencia que posee el espectador ral escuchar diálogos sentenciosos pronunciados por por turno. Olmi no es Ermanno (gran director italiano) ni mucho menos Federico. Hacía falta de un poco de humildad. De haber sido así al espectador le interesaría saber con quién se comunica Sara todas las veces que llama por celular a la “Embajada”. Ya no importa. El interés es casi nulo. Y uno experimenta sed al término de esta proyección dedicada a un gobernador de San Luis que apadrina –en buena (o mala) hora-al cine local, a Chunchuna Villafañe, a Humberto Costantini (h), y hasta a Geraldine Chaplin entre una cincuentena de personas de distinguido apellido y de los otros a los que al final se agradece con esmero.


Hernando Harb

1 Responses to SANGRE DEL PACIFICO de Boy Olmi - Hernando Harb

  1. Anónimo Says:

    Boy Olmi es mi vecino!!! vive muy cerca de los apartamentos en palermo en los que me mude hace re poquito
    buen tipo parece eh
    y cokmo actor me copa mucho
    asi que voy a tener en cuenta esta peli para el proximo dia de lluvia

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