EL PLAN B de Alan Poul -HERNANDO HARB

martes, 25 de mayo de 2010 en 19:55















EL PLAN B

Título original: The Hack-Up Plan

Origen: EE.UU., 2010

Director: Alan Poul

Intérpretes: Jennifer Lopez (Zoe) – Alex O´ Loyghlin (Stan) – Christian Olsen – Anthony Anderson (Amigo de la plaza) – Linda Lavn (Abuela)

Idea y guión: Kate Angelo

Género: Comedia

Duración: 102’

Fecha de estreno en la Argentina: 20 de mayo de 2010

Calificación: No apta para menores de 13 años


Un reportaje (de dudosa credibilidad) aparecido en un matutino local le adjudicaban a Jennifer Lopez la intención de filmar comedias al estilo de Doris Day, una cantante y actriz de comedias amenas con moraleja adecuada para teenagers y matizadas con canciones dignas de un fin de semana de clase media más o menos alta.

La cuarentona y bella Jennifer no parece en este Plan B rememorar las muy coloridas estampas sesentistas de la saboreadora de un Té para dos ni la posibilidad de no enamorar a un Rock Hudson impertérrito y donjuanesco que caía en sus brazos en medio de escenografías muy en technicolor y pantallas anchísimas con sonidos estereofónicos surgidos de parlantes estrepitosamente románticos.

No. Aquí la publicidad ha obviado promocionar determinadas actitudes de esta actriz que acaba de ser madre de mellizos y que viene de fracasar en un óptimo filme denunciador de la explotación de las “maquiladoras” (obreras) en Ciudad Juárez (que le valió un premio de las autoridades mexicanas por su lucha a favor de los derechos civiles femeninos.

Por ejemplo nadie puede desconocer que ver a la Lopez en un orgasmo (en primer plano) que prologa el estallido de otros tres es un señuelo para atraer a decenas de espectadores a los multicines. Y menos si la estrella se “explaya” sobre la mesa de un sótano repletos de quesos de cabra a los que alude erotizando a su partenaire.

No es poco. Y mucho menos la osada historieta creada con astucia por Kate Angelo acerca de una mujer que no consigue un candidato adecuado para satisfacer su necesidad de ser madre. De ahí que recurra a la inseminación artificial, lo que permite mostrar a la Lopez sentada en el sillón de un ginecólogo que despliega sus aptitudes sin ahorrar sugerencias y repetir didácticamente el término vagina en tanto la paciente se somete en una postura que nada tiene que ver a su prontuario de sexual ícono.

No es poco. Pero no es todo. La inseminada conoce a un joven, mientras se pelea por el alquiler de un auto en plena lluvia, que (¡oh, imaginación frondosa de la libretista de turno!) tiene todos los dones para enamorarla y (así lo desea) embarazarla sino fuera por su concurrencia al centro de donación de semen…

Nace el amor, en medio de una impactante escena en la cual Zoe (nombre de la inseminada, dueña de una veterinaria y nieta de una abuela que permaneces de novia hace 30 años con un candidato nonagenario) sentada en el inodoro usa el termómetro confirmador del éxito de su sesión médica… Una escena no imaginada por ningún admirador de Doris Day y que provocará ciertos cosquilleos en una azorada platea.

La promoción del filme no hace referencia a estas osadías infrecuentes en la bella actriz. A la que se la verá eructar, querer hacer el amor con un poco de pollo en sus cabellos, añorar la belleza de su derrière deseable antes de su preñez y hasta asistir a un parto de la socia de un centro de madres solteras en medio de gemidos y en un piletón cuyas aguas reflejan las preliminares del alumbramiento, sin detallar puntillosas descripciones propias de un nacimiento muy gesticulado.

La platea femenina, tal vez, se interese en el dramático problema de la heroína que debe convencer a su prometido de adoptar a las criaturas (son mellizas) y de que dedique sus a la dpble crianza con todo los que esta noble hazaña significa.

La audiencia masculina quedará desconcertada. De verdad. En especial cuando Stan (el granjero divorciado que despierta los deseos de Zoe) es confundido como un depravado en una plaza por un hombre quien resulta ser un apostrofador del matrimonio (es padre de tres hijos y relata sus inconvenientes maritales con un desdén que espanta). Lo que indica que la opera prima de Alan POUM no promueve la planificación familiar ni otro proyecto casamentero.

En suma, que la Lopez ha filmado una comedia desprovista del encanto de otras sucedáneas. Y que este Plan B puede hacer la delicia de los espectadores adictos siempre que se les prevenga a tiempo.

Nada nuevo bajo el sol del mundo de la creación. Pero suficiente como para divertir sin aspiraciones intelectuales. Ya lo saben… Doris Day fue única en su estilo.


Hernando Harb

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