ASESINOS CON ESTILO de Robert Luketic - Hernando Harb

sábado, 11 de septiembre de 2010 en 15:45

















ASESINOS CON ESTILO

de Robert Luketic


Título original: “Killers”

Estados Unidos, 2010

Productora: LionsGate

Distribuidora: Diamond Films

Género: Comedia/Acción/Suspenso

Dirección: Robert Luketic

Argumento: Bob DeRosa

Guionista: Bob DeRosa y Ted Griffin

Música: Rolfe Kent

Fotografía en colores: Russell Carpenter

Montaje: Richard Francis-Bruce y Mary Jo Harkey

Intérpretes: Ashton Kutcher (Spencer Aimes) – Katherine Heigl (Jen Kornfeldt) – Tom Selleck (Mr. Kornfeldt) – Catherine O’Hara (mrs. Kornfeldt) – Lisa Ann Walter (Olivia Brooks)

Hablada en inglés y francés.

Fecha de estreno en la Argentina: 9 de agosto de 2010

Duración original: 99’

Duración en la Argentina: 93’

Calificación: Sólo para mayores de 13 años


La bella Niza es una de las primeras imágenes magníficamente fotografiadas por Rolfe Kent. Son postales filmadas desde un avión con un fondo musical atrayente de Russell Carpenter (un par de nombres a tener en cuenta). Viaja de vacaciones la linda Jennifer (“Me gusta que me llamen Jen”, explica sin motivos custodiada por su padre (un ex piloto y un aficionado certero a la caza deportiva) y su madre (una dipsómana que no entiende nada de lo que pasa a su alrededor).

La chica conoce en el ascensor a Spencer (esconde su apellido), (semi)vestido con malla rumbo a la playa. La seducción es inmediata. Ella elogia los trabajos músculos del joven quien la cita para la noche porque está ocupado en ir a hacer estallar un helicóptero (su profesión es la de matar gente, o sea un espía con licencia a lo Bond).

Se casan casi de inmediato y a los tres años de sexo en continuado ella es enviada a San Francisco para concretar un trabajo de publicidad en la web.

Listo.

Ése es el argumento. Porque lo que sigue es un disparate que los dos guionistas no supieron cómo continuar. Ella no cumple la orden laboral y regresa a su casa (es muy celosa) justo cuando el mejor amigo de su esposo lo está intentando asesinar para cobrar la friolera de 20 millones de dólares. Con esa oferta (de los servicios secretos) la amistad se la puede llevar el diablo a las azuladas profundidades de las costas francesas.

Absorta, Jen se entera de la actividad de su consorte y comienzan a ser perseguidos por todos (de a uno o de a pareja si es un matrimonio) los vecino del barrio cerrado donde vivían los tortolitos luego de la (callada) renuncia del joven de abandonar su oficio y convertirse en empleado de su suegro.

No sólo los vecinos los persiguen, también el empleado de correo a domicilio, los compañeros de trabajo y todo aquel que había sido considerado una persona amistosa y fraterna.

Están las clásicas persecuciones automovilísticas, los puñetazos que no dejan marca, ventanas astilladas y puertas destrozadas mientras la pareja corre de un lado a otro en tanto él le enseña (con éxito) a manejar un revólver de última onda.

Uno termina preguntándose si la finalidad del pastiche rellenado con un mal montaje es finalizar el rodaje cuanto antes o establecer una moraleja: en materia de dinero desconfía de todos los mortales, incluido los familiares, ni qué decir de tus compañeros laborales o de tu amistoso jefe.

Baste con agregar que hasta el padre de la bonita Jen es otro service dispuesto a pulverizar a su yerno. Esta posibilidad nada moral la confirma la trompada aplicada a una vecina muy tonta que (parece) estar al margen de estos intríngulis de espionaje y contraespionaje.

La pareja de actores son simpáticos y lindos. La maquilladora, una descuidada, pues le cambia el color de pelo a la protagonista con una rapidez estilística que no tiene parangón. El vestuarista, un irrespetuoso para con el pública pues supone que no repara en los cambios de camisas, camisetas y blusitas que lucen los protagonistas luego de cada tiroteo y salpicaduras de glóbulos rojos.

En fin, que los “killers” del título original son casi todos los personajes (menos la mamá beoda porque está ocupada en tomar café y vaciar botellas).

Robert Luketic es un artesano al que algún despistado crítico calificó como uno de los renovadores de la comedia estadounidense después de ver “Legalmente rubia” (2001), y además el culpable de “La cruda realidad” (2009) que filmó con la Heighl, pero que no los conducirá a figurar en ninguna enciclopedia seria de cine. En el medio de los filmes mencionados está uno de tono ameno mejorado por las presencias de Jennifer Lopez y Jane Fonda, “Una suegra de cuidado” (2005). Pero no es para despertar esperanzas de mejoría.

De la ridiculez no se vuelve, digan lo que digan los que la practican con tozudez.


Hernando Harb

IGUALITA A MÍ de Diego Kaplan - Hernando Harb

en 6:11





















IGUALITA A MÍ

de Diego Kaplan


Argentina, 2010

Género: comedia

Dirección: Diego Kaplan

Guionistas: Juan Vera –Daniel Cúparo

Dirección de Arte: Mercedes Alfonsín

Música: Iván Wyszogrod

Fotografía en colores: Félix Monti

Montaje: Alejandro Carrillo Peni

Casting: Villegas Bros

Productora: Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)/ Patagonik Film

Estreno en la Argentina: 12 de agosto de 2010-09-10 Duración: 110’

Intérpretes: Adrián Suar (Fredy) – Florencia Bertotti (Aylín) – Claudia Fontán – Gabriel Chame Buendía – Juan Carlos Galván- Gabriela Acosta

Calificación: Apto para todo público


No hay duda, si algo distingue a Adrián Suar es que es el equivalente a Michael Fox (el “Volver al futuro”). Es un eterno joven. Tal vez guarde el formol secreto en su oficina de Ideas del Sur. De otro modo no se explica que haga en esta pseudotelenovela de Fredy, un soltero de 41 años, metrosexual, mujeriego, bailarín nocturno incansable “a lo monky”, petiso (Peter Pan lo llama su hermano) y poco amigo de los animales domésticos (tira a un gatito por el balcón, menos mal que el felino tiene siete vidas).

Un día se le aparece Aylín (21 años, insoportable rubiecita con voz meliflua) quien presume que él es su padre. La prueba: una foto de su mamá jovencita y de ella. Fredy reconoce a la chica con la que tuvo uno o dos encuentros en un viaje de egresados a Bariloche). Se hace el ADN (el médico parece salido de una película de los ’40) y se descubre que es su hija y que va a ser abuelo (luego se vera que lo será de una beba que parece capaz de ingresar a un jardín de infantes).

El hecho de ser abuelo le destroza su rutina. La empalagosa chica trae al departamento a su mamá –convertida en gordinflona, despeinada permanente y adicta al cigarrillo- y al novio, un muchachito al que la encargada de vestuario no tomó en cuenta, menos que al resto del reparto.

No importa. La familia es más fuerte. Él sigue los consejos sensatos de su peluquera (la única mesurada del guión escrito en un par de días) y comprende que su futuro es el de casarse, ser padre, disfrutar de su futuro nieto(a), no teñirse (aunque la maquilladora lo tiñe a Suar de un blanco azulado y le empolva la cara para convertirlo en mayorcito) y listo, llega el final, con campanadas de Navidad y mucho champán.

Decir que los diálogos no existen es poco. El más profundo lo dice Fredy: “El amor es algo raro”. Lo demás son cuatro malas palabras por minuto. Costumbre, que le dicen, en una historietita donde no hay gente pobre, sin futuro y con calles sucias. El neorrealismo no es el fuerte de Diego Kaplan.

Referirse a la música es inútil. El único enigma que provoca es la inclusión de una canción y cantante estadounidense cerrando el larguísimo desfile de técnicos y colaboradores de esta “Igualita…” que para colmo contiene tantos bloopers y errores escenográficos que no dan ganas de detallar ni mencionar tan sólo uno.

Florencia Bertotti (es Aylén, una despistada que traba en aromaterapia en la feria de El Bolsón junto al parco de su novio) surgió de la televisión, lo cual no es una garantía de calidad y trabajó en tres películas (una sola, “El faro”, de discreto recuerdo). Aquí parece que su futuro será el de una digna Floricienta o Cenicienta o algo así, hasta que le toquye hacer de partiquina.

A Suar, al que algunos definieron como el rey Midas, esperemos por su bien personal que mantenga su fama. Pero, muchacho, el cine no es sólo industria. Con este entretiempo vacuo (no llega a ser entretenimiento) cabe reiterarle que: “El dinero no es todo”.

Nota: la escena en que echa de su ancha cama a la gordinflona ex affaire entra en la antología del mal gusto.

Segunda nota: a esta altura aseguran que la película fue vista por mas de doscientas mil personas. O bien ya se sabe cómo se fabrican las estadísticas oficiales. O el público argentino va mal encaminado (deducción dicha con humildad). Con la verdad no se ofende. A veces sirve para mejorarse, es mi deseo.


HERNANDO HARB

Cine Club | Powered by Blogger | Entries (RSS) | Comments (RSS) | Designed by MB Web Design | XML Coded By Cahayabiru.com