QUE PAREZCA UN ACCIDENTE de Gerardo Herrero -HERNANDO HARB

jueves, 26 de agosto de 2010 en 18:00
















QUE PAREZCA UN ACCIDENTE

de Gerardo Herrero


Título original: ídem

Coproducción: España - Argentina, 2008

Género: comedia negra

Director y productor: Gerardo Herrero

Guión original: Guillermo de la Guardia y Fernando Castets

Fotografía en colores: Alfredo Mayo

Música: Darío Eskenazi

Hablada en español

Fecha de estreno en España: 14 de noviembre de 2008

Fecha de estreno en la Argentina: 20 de noviembre de 2008

Lanzamiento en DVD en la Argentina: junio de 2009

Duración original: 110’

Duración en la Argentina: 90’

Intérpretes: Carmen Maura (Pilar) - Federico Luppi (Arturo) - José Luis García Pérez (Gregorio) - Adrián Navarro (Horacio) - Marta Fernández Muro (Ángela) - Yaiza Guimaré (Marta)

Calificación: Sólo para mayores de 13 años


Ante todo, las hermosas imágenes turísticas de Gran Canaria: callejuelas de casas multicolores, el azul del mar inmisericorde de tan hermoso para los que estamos tan lejos, las casas lujosas y los coches modernísimos.

Pero estamos escribiendo acerca de una película y no de una documental turística que se pasa por TV las tardes sabatinas. Y de un filme producido por Gerardo Herrero (el que puso la plata para filmar Éxtasis [1996], El aura [2005, la última película del fallecido Fabián Bielinsky] o Las viudas de los jueves [2009]. También la dirigió (en su irregular filmografía figura [El principio de Arquímedes]. No es poco, pero tampoco mucho si revisamos sus antecedentes prolíficos en los dos rubros.

La cuestión es que el relato se inicia con una escena violenta a cargo de un hired killer a cargo de nuestro conocido Federico Luppi asesinado en un taller mecánico mientras en son de broma macabra le pregunta a su víctima por los asesinos de John Kennedy. Arbitrariedades del guión.

Lo que parece una policial se transforma en comedia con la aparición de Pilar (Carmen Maura envejecida) haciendo de viuda que recuerda que cada vez que su marido la engañaba ella padecía de dolores de migraña, los que retornan cada vez que su yerno besa a su hija. La señora desea al fiel marido de su única descendiente y se asusta al punto de que consulta a tres amigas también viudas, quienes medio apresuradas le aconsejan matar al objeto de sus deseos contratando a un sicario impecable y parco, que no es otro que el argentino Arturo, o sea Luppi, a quien vimos desplegar su oficio del que está a punto de jubilarse y que heredó de su padre. Los tintes negros enlutan las calles canarias, pero no es para tomársela a la tremenda.

El asesino por contrato está fatigado de su actividad y piensa viajar en un crucero para descansar de tanto trajín hasta que recibe la sorpresiva visita de su único hijo, recién llegadito de Buenos Aires, donde abandonó a su esposa, hijos y varias deudas trabajando como vendedor de diarios. Conclusión: el muchacho, una especie de Clouseau del subdesarrollo se encargará de cumplir con las labores de su fatigado progenitor. Lo previsible se instala al servicio de la incapacidad de los guionistas.

Lo que sigue es un disparate con actrices luciendo un vestuario indigno de una comedia negra, una sufriendo de dolores de cabeza y un estúpido aficionado a matar prójimos desconocidos hasta con un taladro (la víctima es electricista…). El ingenio está ausente sin aviso.

Gerardo Herrero demuestra una ineptitud tal como director que asombra: clava la cámara en el piso y hace que los actores salgan del cuadro (por derecha o izquierda, según los casos a veces) para destornillar ye instalarla en otro ambiente para el cuadro siguiente. Parece un cine de los años 30. El apuro del rodaje no justifica tanta elementalidad. A veces el que también productor mueve la cámara por imposición de las circunstancias: filma en las calles el paso de un coche, por ejemplo. No es suficiente.


HERNANDO HARB

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