TONY CURTIS: SEXO, DROGAS Y CELEBRIDAD - Hernando Harb

martes, 5 de octubre de 2010 en 10:03


















TONY CURTIS: SEXO, DROGAS Y CELEBRIDAD


Fue un gran actor. Envuelto en drogas, escandalotes sexuales y mentiras creadas por una prensa que hizo –y hace- de la venalidad una forma de expresarse.

Bernard Schwartz –conocido mundialmente como Tony Curtis- nació el 3 de junio de 1925 en un hogar humillado por la miseria, al punto de que sus padres recluyeron a él ya su hermano Julius a un orfanato para sobrevivir las contingencias que trae la carencia económica.

A los 15 años su amado hermano menor murió atropellado por un camión a la edad de 15 años. La fatalidad es una mala colaboradora del azar y es difícil ser burlada.

Dejó su Bronx natal, donde su padre –un actor húngaro fracasado- apenas podía ganarse la vida como sastre, para ingresar a la Marina donde permaneció hasta 1945.

Su belleza física y su encanto personal fueron dos señuelos que lo ayudaron a iniciar su futura carrera en los laberintos del “universo de los sueños”: el cine. Su relación con Joyce Selznick, sobrina del tiránico productor David O.Selznick ,luego de verlo en una función teatral. Le consiguió un contrato en la Universal.

Los primeros escarceos se remontan a 1949, con papeles menores. En “Sin ley y sin alma” (dirigida por el notable Robert Siodmak y conocida como “El abrazo de la muerte”) le permitió hacer dos intervenciones mínimas y su nombre no figuró en los créditos.

No importó. En ese filme trabajaba Burt Lancaster, con quien estableció una amistad y le permitió lograr el ingreso a círculos de la “fábrica” de Hollywood.

Los que admiramos a los verdaderos actores como Tony Curtis lo recordaremos en títulos importantes de una carrera riquísima en éxitos (algunos de ellos basales en la historia del vapuleado libro del cine).

En 1953, interpretó al mítico mago de “El Gran Houdini” junto a una de sus hermosas esposas, la rubia Janet Leigh –la del asesinato célebre en el baño a manos de un psicótico creado por Don Alfred-.

Luego de varios títulos de aventuras de color, vendría el estrellato, más allá de su apostura y de los chimentos de pasillo acerca de sus relaciones amorosas:

Carol Reed (el de “El tercer hombre”) lo convocaría para formar un triángulo popular con la Lollobrigida y Lancaster en “Trapecio” (1956).

Sería el enemigo del vikingo Kirk Douglas en materia de amores (otra vez Janet Leigh) en la antológica “Los vikingos”, creada por Richard Fleischer en 1958.

Esa fecha fue candidato al Oscar por “Fuga en cadenas”, pero quedó en nominación que dio señales de que el cine lo tomaba muy en serie, en un rol de un racista.

Luego sería el transvertido a la fuerza de “Una Eva y dos Adanes” (colosal suceso de Billy Wilder) con la icónica Marilyn Monroe, con quien se la vinculó con desgraciados episodios pasionales, producto de esa enfermedad apodada amarillismo. Fue en 1959.

Luego, ese años, compartiría cartel con Cary Grant en “Sirenas y Tiburones” (de Blake Edwards) y hasta John Huston lo incorporaría a la fascinante “Lista de Adrián Messenger” (1963) componiendo una breve caracterización junto a actores de calidad.

Curtis se animó a competir con el rey de la comedia Jerry Lewis en la teatral “Boeing Boeing” (1965) y llegó a estar a la altura de las circunstancias, bajo las órdenes de John Rich.

Pero fue su interpretación como el el asesino de “El estrangulador de Boston” (1968, otra vez con Fleischer detrás de las cámaras y robándole pantalla a Henry Fonda) que entusiasmó a la crítica mundial soportando un maquillaje que lo afeaba totalmente.

En 1960 el exigente Stanley Kubrick lo integraría al colosal reparto compuesto por Kirk Douglas, Laurence Oliver, Jean Simmons, Peter Ustinov, Charles Laughton para revivir la novela de Howard Fast según una adaptación del censurado Dalton Trumbo, “Espartaco”, donde vivía una célebre escena con Douglas muy comentada en su momento.

No importa que luego llegaran los años y la inevitable decadencia física agravada por la muerte de un hijo por sobredosis. Pudo sobresalir cuando el inesperado Norman Mailer le pidió que compusiera a un periodista alcohólico reunido en el departamento de un hotelucho con la Monroe (composición perfecta de Theresa Russell) y el genio de un ridiculizado Albert Einstein, en una desopilante sátira que no pudo evadir la censura de varios países.

Tony Curtis falleció el 29 de setiembre de 2010 en una ciudad que le encantaba: Las Vegas. Hinchado por el alcohol y las drogas, tartamudeando ante insolentes entrevistadores, se despidió de un mundo de luces falsas y de fulgores esporádicos.

Los que amamos el cine, lo recordaremos como un grande. Diamantino, aventurero, mujeriego, padre de una espléndida actriz (Jamie Lee Curtis) que tuvo con Janet Leigh, casado varias veces, aficionado al alcohol y aprisionado por el viaje de las drogas, Tony Curtis figurará en el mapa del cine, y una de las paradas de la travesía llevará su nombre. Los jóvenes harán una parada para admirarlo, más allá del revoltijo del complicado vivir con la fama, el amor y las huidas del pasado de una infancia no precisamente dichosa.


Hernando Harb

1 Responses to TONY CURTIS: SEXO, DROGAS Y CELEBRIDAD - Hernando Harb

  1. Chica_webcam Says:

    Cierto que muchos famosos tienen detras una vida turbulenta. Pero eso es para su tristeza. Con nosotros compartieron su grandeza como actores, músicos o cualquier otro tipo de arte, y eso es por los que yo los valoro. Sus drogas y sexo no me interesa.
    Besos de Lulu

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