LUZ DE DOMINGO de José Luis Garci - Hernando Harb

viernes, 1 de octubre de 2010 en 16:42





















LUZ DE DOMINGO
de José Luis Garci



LUZ DE DOMINGO

España, 2007

Género: Dramática

Hablada en español

Dirección y producción: José Luis Garci

Guión: José Luis Garci y Horacio Valcarcel

Basada sobre un relato de Ramón Pérez Ayala

Fotografía en colores: Félix Monti

Música: Pablo Cervantes

Vestuario: Lourdes de Orduña

Decorados: Gil Parrondo

Una producción Nickel Odeón

Intérpretes: Alfredo Landa (Joaco) – Paula Echevarría (Estrella) – Alex González (Urbano) – Kiti Manver (Doña Paredes) – Manuel Aliana (Alpaca) – Toni Acosta (Cova) – Enrique Villén (Longinos) – Francisco Algora (Chanfaina)

Estreno en España: 16 de noviembre de 2007

No estrenada en la Argentina

Duración: 111 minutos

Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años


Tiene un ritmo (demasiado) parsimonioso. La hermosa fotografía (de Félix Monti) está acorde con las exigencias del relato (muy) libremente adaptado por el director y productor Garci y Horacio Valcarcel de una historia dramática de Ramón Pérez Ayala ambientada en el pueblo asturiano de Cenciella, a principios de siglo XX. La filmación se hizo en pintorescos paisajes de Oviedo, lo que le da al fotograma un aire de postales románticas bañadas de esa “luz de domingo” que proviene del sol y que su resplandor es el mismo que imanan las buenas personas, según los dichos de uno de los personajes.

El guionista y director le imprime un sello típico de una fábula dividida en secuencias separadas con oscuros lo que le dan un cierto suspense de filme antiguo. Hay que añadir que el desenlace con moraleja discutiblemente ética parece salido de un western con cabalgatas persecutorias, balazos vengadores y un policía (guardia civil) que pone fin al asunto cumpliendo el rol de sheriff prestado de una película ajena.

No obstante todos estos despistes de género (violatorios de una historia romántica y perfumada de bosques que albergan a una casta y bondadosa pareja de enamorados de folletín español) el filme se deja ver con el encanto de presenciar la ilustración de alguna de las “novelas ejemplares” cervantinas. Ni más ni menos.

Al pueblito de Cenciella arriba el buen mozo de Urbano dispuesto a desempeñarse como secretario del alcalde, un individuo canallesco, padre de tres hijos cuyos actos de opresión hacia una mujer no consideran “vicio, sino política”. El recién llegado se enamora de la bella Estrella, hija de un padre viudo, sentencioso pero comprensivo (papel que le cae como anillos al dedo a don Alfredo Landa), que sufre del jefe del ayuntamiento deseoso de apoderarse de sus tierras con fines lucrativos. Sí, ya se sabe, el mayor de sus hijos ha puesto sus ojos en Estrella. Con lo que el drama tenuemente lorquiano se cierne en medio de fiestas comunales y personajes menores muy simpáticos (en especial, la dueña de la taberna, una viuda con la palabra aleccionadora pronta en los labios).

Todo es muy liviano, la bondad humana personificada en Urbano y Estrella es casi de un mundo celestial, la maldad del alcalde tiene parentesco con los brujos de los cuentos de Hans Christian Andersen) y el fin la crítica eclesiástica en un filme español, con alusiones directas a la hipocresía de algunos disfrazados de católicos.

Lo que es extraña en que el filme fuera candidato a cinco premios Goya y estuviera preseleccionada para el Oscar al Mejor Filme extranjero. Demasiado para estas estampas bellamente coloridas y con medianas aspiraciones artísticas, lo que extraña teniendo cuenta algunos aciertos de Garci (“Asignatura pendiente”,1977, éxito entre los públicos español y argentino durante el posfranquismo o la premiada “Volver a empezar” de 1982, que atrajo a los miembros de la academia hollywoodense en su momento). Pero, los apresuramientos en ponderar a directores muy apresuradamente trae estas sorpresas. “Luz de domingo” es una de ellas, almibarada, con una secuencia violenta cubierta de muchos arbustos como para no dañar mucho el clima sentimental creado, y con un grupo de actores muy simpáticos, algo almidonados, extraídos de daguerrotipos y provocadores de lagrimones en particular entre las señoras amigas de novelones de época.

Don Alfredo Landa (quién no lo recuerda como uno de los monjes de “Marcelino, pan y vino” (1991), o como el investigador de un sobreviviente García Lorca -a cargo de Nino Manfredi –en “La luz prodigiosa”, 1982) cumple gracias a su veteranía, aunque se nota que su personaje le resulta un vengador algo tardío para poner fin a la dictadura en un pueblito armonioso hasta que…


HERNANDO HARB

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