LOS INDESTRUCTIBLES de Sylvester Stallone - Hernando Harb

martes, 14 de septiembre de 2010 en 14:16

















LOS INDESTRUCTIBLES

de Sylvester Stallone



Título original: The expendables

Estados Unidos, 2010

Género: Acción

Hablada en inglés y español.

Dirección; Sylvester Stallone

Guión: Sylvester Stallones – Dave Callaham

Argumento: Dave Callaham

Fotografía en colores: Jeffrey L. Kimball

Música: Brian Tyler

Intérpretes: Sylvester Stallone (Barney Ross) – Jason Statham (Lee Christmas) – Jet Lee (Ying Yang) – Dolph Lungdren (Gunner Jensen) – Eric Roberts (James Monroe) –Steve Austin (Paine) – Giselle Itié (Sandra) – Mickey Rourke (Tool) – Charisma Carpenter (Lacy) – Cameos: Arnold Schwarzenegger y Bruce Willis

Duración original: 109’

Duración en la Argentina: 103’

Calificación: Sólo para mayores de 16 años

Distribuidora: Distribution Company


Esta producción (la más reciente dirigida, guionada y protagonizada por Sylvester Stallone) tiene por título original “The expendables”, previa consulta al diccionario significa en inglés “Los prescindibles”, nombre con que se la conoció en su país de origen, en Japón y en casi todos los países que tuvieron la mala suerte de estrenarla. En otros se la conoció como el más adecuado de “Los merecenarios”. Pero en la Argentina (era previsible) se la lanzó como “Los indestructibles”, con la modestia que nos caracteriza se la difunde como megaproducción. Por si fuera poco, en idénticas letras de molde figuran Terminator Schwarzenegger -vestido de traje y corbata- y Bruce Willis, ambos aparecen juntos como miembros de la CIA dando órdenes a Rocky, reunidos en el atrio de una capilla. La secuencia dura apenas tres minutos. El sobrenombre de Willis es Church (Iglesia) anticipando varios raptos de originalidad de igual calibre.

La cuestión es que un grupo de motociclistas (manejan máquinas de última promoción) se citan habitualmente en un destartalado garaje para decidir cómo cumplirán las órdenes de defender a habitantes (en este caso latinoamericanos) sometidos por un militar (morochazo, de bigotes) dominado por un estadounidense (rubio, trajeado y con una corbata que hacen juego con el peinado entrecano azulado impecable aunque corra en medio de bombas y vuelen cuchillos a su paso). De la isla apenas vemos a unos habitantes sueltos por calles vacías, y a otros golpeados por morrudos soldados carapintadas, Sabremos que está en un lugar de América latina y que su perverso jefe mediático habita un palacete con balcón para dar discursos a subordinados (incluidas flora y fauna existentes por obra de un escenógrafo que no sabe de geografía).

Allá van nuestros héroes en un hidroavión con un problema a bordo: el compañero Dolph Lungdren va a ser despedido por muy violento, lo que lo obliga a pasarse al bando contrario previa pelea con el liliputiense de Jet Lee, que nunca muestra su torso seguramente por vergüenza ante los músculos de sus camaradas.

Lo que sigue es poca cosa más: los espera Sandrita, la bonita hija del tirano Garza, dispuesta a ayudar a los de USA para liberar a su pueblo. Luego de unos titubeos y de ser la chica sometida a una sesión de torturas, el megagrupo se pone furioso y empieza a matar a diestra y a siniestra con misiles modernísimos, destacándose el simpático Jason Statham (ex Transportador I, II y demás personajes exitosos) que además de cubrir y descubrir su “pelada” con un gorro rapero lanza unos cuchillos que imanados, dan en el blanco (lo que provoca el asombro de la platea adolescente que se gastan en emitir interjecciones varias e incompletas que parecen mensajes de celular desde la platea pochoclera).

Todo no sólo es “expendable” como anticipa el título original con sabiduría insólita, es de una inutilidad que no se vacila en considerar incomparable con cualquier del cine mundial.

Salvo los cuchillazos de Statham se destacan dos señoritas: Sandra, la heroína latina, y Lacy, una muchacha que ama al cuchillero, pero al no saber si trabaja o si es un homeless lo engaña con un vago golpeador, quien recibirá su merecido como corresponde. Ninguna de las dos jóvenes reciben un beso de alguno de nuestros “indestructibles”. Sospechamos que el motivo no es sólo el maquillaje, también las dentaduras postizas pueden originar dificultades.

Por ahí anda Mickey Rourke, que venía en ascenso, pero aquí hace de un tatuador y pintor de guitarras que no quiere liberar más a países en aprietos. No es por cuestión de ética, la edad se impone. Casi la misma a la que no se resigna el resto de los grandotes que emiten alguna burla al más joven de la banda, Jet Lee, un petiso que termina perdonando al traicionero de Lundgren, quien retorna al grupo porque un mal momento lo tiene cualquiera.


Hernando Harb

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