BOSQUE DE SOMBRAS de Koldo Serra -HERNANDO HARB

miércoles, 4 de agosto de 2010 en 18:10











BOSQUE DE SOMBRAS

de Koldo Serra


Título original: “Backwoods”

España-Inglaterra, 2006

Productora: LMAX Entertainment y Monfort Producciones

Dirección: Koldo Serra

Guión original: Jon Sagalá & Koldo Serra

Género: Drama/Suspenso

Idioma: Inglés/Español

Sonido directo: Spencer Eagles

Montaje: Javier Ruiz Caldera

Música: Fernando Velásquez

Fotografía (en colores y en blanco y negro): Unax Mendia

Productores ejecutivos: Douglas Urbansi – Iker Monfort

Director de producción: Ander Sistiaga

Productores: Julio y Carlos Fernández

Estreno en España: 26 de febrero de 2007

Intérpretes: Gary Oldman (Paul) – Aitana Sánchez-Gijón (Isabel) – Paddy Considine (Norman) – Virgine Ledoyen (Lucy) – Lluís Homar (Paco) – Yaiza Esteve (Nerea) – Jon Ariño (Lechón)

Duración original: 97’

Duración del DVD en la Argentina: 93’

Calificación: Apta para mayores de 18 años


El realizador Koldo Serra envió su guión para dirigir su primer largometraje a veinte posibles productores europeos. No los aceptaron (es más, se los enviaron las encomiendas sin abrir). Insistió y con la ayuda de varios audaces colaboradores (de España [sobre todo] e Inglaterra) logró concretar sus sueños. El resultado: este “Backwoods” rodado en pleno País Vasco, en el interior de los bosques, con los árboles asemejándose a extrañas formas semihumanas y envueltos en misterio.

Elegida la naturaleza adecuada para desarrollar esta mezcla de trhiller y de drama, el problema inmediato fue seleccionar la música. El relato combina el enfrentamiento entre dos cultura: la española [primitiva] y la inglesa [culta]. Para la británica optó por un grupo orquestal londinense clásico capaz de combinarse con la banda que representara el ritmo tribal español: no fue fácil, pero se topó con un instrumento denominado txalaparta, una combinación de palillos y xilofón. El suspenso que transmite la fusión de ambos estilos ilustra a la perfección la evolución del drama vividos por forasteros y aldeanos, todos incapaces de comunicarse -no sólo idiomáticamente- sino de fusionarse de tal forma que comprueban que lo salvaje del ser humano surge en momentos límite, que la irracionalidad se olvida de la justicia y que lo extraño asusta al más culto o al más ignorante de la especie. Sólo hay cazadores y presas en este mundo” insiste en opinar Paul, el más seguro, dominante y sorpresivamente vencido de los cuatro personajes civilizados que dominan los episodios violentísimos que el regordete Serra desenvuelve en su opera prima.

Su drama se sitúa en la década del ’70, cuando “los chiches electrónicos” no existían. No sólo ninguno de los protagonistas tiene un celular, el pueblo entero carece de telefonía. No hay un aparato de televisión. El aislamiento es un anticipo de lo que puede avecinarse: la comunicación no existe, se asemeja al abandono más completo, y se ha disfrazado de convivencia pacífica.

Dos parejas matrimoniales pasan un weekend en una vieja casa que uno de ellos ha heredado de una abuela española. Una de las parejas, el dominante Paul y la no menos poco sentimental Isabel mantienen una relación agresiva pero de acuerdo con sus personalidades el matrimonio se mantiene. La otra, Lucy y Norman, está al borde de la separación iniciada con la pérdida de un hijo y la débil atracción física. Paul es la personalidad absorbente. Norman admite que es “su jefe”. Las mujeres mantienen confidencias y parecen adaptarse a la naturaleza.

Los dos hombres, de cacería, descubren a una niña de diez años abandonada. Paul decide llevarla al albergue, Norman acata. Pero la criatura “pertenece” a un grupo de pobladores (hermanos manejados por el y mayor de ellos, un Paco con una personalidad casi similar al del londinense Paul). La persecución se inicia al descubrir que la pequeña Nerea -un animalito sucio y salvaje- está en posesión de los cazadores, hombres dispuestos a entregarlos a la guardia civil (ellos suponen que existen comisarías en los aledaños). La justicia está representada por uniformados del pasado.

Excelente rodaje el de Serra, quien no esconde su homenaje a dos clásicos: Los perros de paja (de Sam Peckinpah) y La violencia está entre nosotros (de John Boorman). Del primero toma la necesidad de implementar justicia en medio de la primitivez. Del segundo, la injerencia de las personalidades cuando un drama estalla y se requiere una solución que no puede resolverse democráticamente.

El hispano se esfuerza por invocar a la justicia humana y a la democracia para solucionar una confrontación tribal. Sugiere el modo de imponer la institucionalización social de ambos elementos, pero confirman que no pueden coexistir cuando el dominio de la violencia y la intolerancia se instala.

Los trabajos actorales son de primera. Resaltando Gary Oldman y un perfecto Lluis Homar. A los que se suman una fotografía estupenda.

Lo que demuestra que Serra tiene un futuro promisorio que inició con dos cortometrajes dignos de ser conocidos: Amor de madre y El tren de la bruja. Su manejo de la iluminación y del sonido es digno de un experto.

Bosque de sombras es una combinación de trhiller, suspenso y [aunque parezca insólito] western que atrapará a los amantes de los platos fuertes. Por supuesto, los cinéfilos de parabienes. Hay materia para debatir.


Hernando Harb

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