TRANSSIBERIAN de Brad Andreson - HERNANDO HARB

jueves, 1 de julio de 2010 en 15:14


















TRANSSIBERIAN

Título original: TransSiberian

Origen: España, Alemania, Lituania, China, Rusia, 2008

Género: Thriller

Director: Brad Anderson

Guión: Brad Anderson – Hill Conroy

Música: Alfonso de Villalonga

Hablada en inglés, español, ruso, chino y francés.

Estrenada en España: 24 de octubre de 2008

No estrenada en la Argentina.

Duración original: 111

Intérpretes: Emily Mortimer (Jessie) – Woody Harrelson (Jo) – Eduardo Noriega (Ian) – Kate Mara (Abby) – Ben Kimgsley (Gringo) – Thomas Kretschmann (Kolzok)


Imperdible filme, en especial para los admiradores del maestro Alfred Hitchcock (1899-1980). Casi íntegramente rodada en el famoso Transiberiano, la acción no puede escindirse del paisaje que la cámara enfoca trasmitiendo un acoso singular, un destierro atemporal y el clima de una cárcel sobre ruedas que recorre el Lejano Oriente, Rusia, Mongolia y China con una lujuria estética que contagia hasta el vértigo de un bosque nevado que se manchará de sangre o el parador de una estación con un vendedor de pasajes que apenas se asoma a una ventanilla amenazante.

El guionista (a medias con Hill Conroy) y director Brad Anderson no esconde su admiración por el notable realizador inglés de Psicosis. Al contrario, la subraya y, sin dudarlo, pone el desenvolvimiento de la trama a homenajearlo con una fruición que deleitará a quien admiramos la filmografía del católico inglés más imitado en la cosmografía del cine.

Una pareja feliz (Jessie y Joy) emprenden un viaje alejándose de los lares en que impartieron obras benéficas. Establecen relaciones con Ian y Abby, quienes parecen esconder propuestas misteriosas en mamuschkas inofensivas. Detrás de los cuatro deambula un inspector (el amenazante Gringo) y un ladero de mirada semejante a un minitémpano encerrado en pupilas que son dagas listas para apuntar a quien pueda calmar su ambición.

El cinéfilo descubrirá en la locomotora y (sobre todo) en los vagones (con compartimientos incómodos) los imperceptibles vericuetos hitchcockianos de Strangers on a train (“Extraños en el tren), 1951) con ambigüedades dignas de Patricia Highsmith. O las surrealistas puertas que se abren para desenterrar verdades de Spellbound (“Cuéntame tu vida”/”Recuerda”, 1945). O las persecuciones sin salida a la vista de North by Northwest (“Intriga internacional”/”Con la muerte en los talones”, 1959).

Es más Brad Anderson escatima datos lógicos, admite incongruencias o facilismos notorios con tal de homenajear al notable maestro. Es un discípulo que sacrifica su lucimiento en pos de rendir su admiración. Y en esta actitud reside la atracción que ejerce Transsiberian durante todo su recorrido.

Los actores (la actriz Emily Mortimer con sus ojos bañados de luz mojada; el feo simpaticón de Woody Harrelson, el excelente Eduardo Noriega [capaz de representar roles tan diversos que incluyen hasta un Che bastante respetable], el inquisidor Ben Kingsley) ponen de su parte todo lo que les permite el alumno Anderson. Y lo hacen sabedores de que los resultados se parecen a un festín para los que conocen las cimas a las que se encaramó el gordinflón creador de Notorius o de Family Plot.

Ascender a este Transsiberian significa hacer un viaje infrecuente entre tanta insignificancia invasiva. Los que así no lo entiendan es porque el cine auténtico les pasa de largo sin saber lo que se pierden. En serio.


Hernando Harb


Nota: El filme fue exhibido en el 58º Festival de Berlín, donde fue elogiado. También se presentó en el certamen de Sundance 2008 con gran éxito.

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