JESUS CAMP (EE.UU.2006) de Heidi Swing y Rachel Grady - HERNANDO HARB

viernes, 23 de julio de 2010 en 18:17















JESUS CAMP (Soldados de Dios)


Título original: Jesús Camp

Estados Unidos, 2006

Género: Documental

Dirección y Guión: Heidi Swing y Rachel Grady

Música: Michael Furianic y Neil Sanford Livingston

Fotografía (en colores): Mira Chang y Jenna Rosher

Productora: A&E Indiefilms/Loki Films

Distribuidora: Magnolia Pictures

Duración en Estados Unidos: 85’

Duración fuera de Estados Unidos: 87’

Fecha de estreno en Estados Unidos: 15 de setiembre de 2006


Los distribuidores argentinos siempre se mostraron reacios -salvo alguna excepción- a estrenar documentales estadounidenses. Pero esta actitud es remarcable con los filmes premiados por el Oscar en su rubro. Es más: el desconocimiento incluye títulos de contenidos dispares que fueron candidatos a la estatuilla de la Academia de Hollywood. Muchos no son de origen norteamericano, a veces son producidos o distribuidos por USA y financiados con capitales de otros países.

Jesús Camp es una rareza (a medias) en este sentido. Se difunde en DVD y se vende en videoclubs muy bien provistos o se exhibe (muy) esporádicamente en alguna señal de cable con un preaviso limitado. Una de estas ocasiones fue una presentación con inteligentes comentarios a cargo del periodista Jorge Lanata en un horario inadecuado y sin adecuada publicidad.

El filme está dirigido por dos realizadoras, autoras del guión, con antecedentes notables en su profesión. The Boys of Baraka es uno de ellos. Esta vez el dúo Grady-Ewing apuntan a la labor inaugurada -en 2001 en Dakota del Norte- por un grupo evangélico para difundir un adoctrinamiento “religioso” entre niños de 6 a 12 años bajo la aprobación paterna. Al aire libre, bautizados como Kids on Fire, los chicos gozan de la belleza natural del Lago del Diablo, sobrenombre que anticipa un “lavado de cerebro” impartido por Becky Fisher, una evangélica que se presta a ser filmada durante sus clases impartidas con un fanatismo propio del nazismo o del estalinismo. (“Ustedes deben ser como los niños que aprenden las enseñanzas del Islam. Tienen que ser fundamentalistas al convertirse en soldados de Cristos para evangelizar este país que amamos y al que liberaremos del dominio del dueño de la Mentira, predica en una de sus asambleas ante las miradas absortas e hipnotizadas de los preadolescentes.) Aterra.

El filme recoge las enseñanzas mediante un montaje estricto y sin alharacas verbales (la voz elegida en off es un acierto). Se asiste a niños provistos de mazas dispuestos a volcar su furia sobre una taza (blanca) que representa al Diablo. A cada golpe lo acompaña un “Muere, Demonio. Jesús vive” gritado hasta el punto de provocar ataques epilépticos, revolcones en el suelo, invocaciones a infiernos interiores, en chicas y chicos con los rostros transpirados y voces alteradas que parecen clamar auxilios nada celestiales.

“Harry Potter es la creación de Satanás. Son brujerías dispuestas a eliminar a Nuestro Señor”, repite Fisher o un pastor de mirada clavada en los ojos de Levi, un jovencito de 12 años que quiere ser predicador (“Escribo discursos para leerles a mis compañeritos. Me los dicta Dios. Ésa es mi misión”).

El nombre del lugar, Jesús Camp, es de una intencionalidad nada sutil. Lo de camp no alude a un campus de boyscouts, su significado no es otro que el de campamento de marines. Desde allí sus miembros parten los fines de semana a repartir folletos de propaganda anticipando el triunfo del Hijo de Dios. Los entregan al azar, siguiendo las “órdenes” de la intuición divina: “Aquél es un rostro digno de Dios, ese otro no parece digno del Salvador”, repiten seleccionando en las calles al que merece ser integrante del Ejército de Jesús. De paso reparten folletos con el nombre de un candidato al Senado de los EE.UU., otro elegido para el expansionismo de una creencia que comparten 80.000 habitantes del país del Norte. Pero para entender que la “salvación está en marcha” Fisher trae una enorme imagen de George Bush, el hombre que se ha sumado a la misión.

El espectador siente la sensación de que los Dakota están invadiendo el planeta Tierra.

Brillante trabajo el de las documentalistas. Subrayado por una banda musical sin estridencias. Ni siquiera en las escenas antiabortistas, que provocaron algunas protestas en el Tribea Film Festival, donde el documental fue exhibido con aplausos.

Dios debe perdonar a mucha gente que no sabe lo que hace.


Hernando Harb

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