ENCUENTRO EXPLOSIVO de James Mangold - HERNANDO HARB

jueves, 15 de julio de 2010 en 17:09











ENCUENTRO EXPLOSIVO

Título original: “Night and Day”

Estados Unidos, 2010

Género: Acción

Hablada en inglés

Dirección: James Mangold

Guión original: James Mangold y otros

Productor ejecutivo: Joe Roth

Productores: Todd Garner, Cathy Honrad, Steve Pink

Distribuidora: Twenthieh Century Fox y Regency Enterprises

Música: John Powell

Montaje: Michael McCusker

Fotografía en colores: Phedon Papamichael

Intérpretes: Tom Cruise (Roy Millar) – Cameron Diaz (June Havens) – Peter Sarsgaard –Viola Davis

Fecha de estreno en la Argentina: 15 de julio de 2010

Duración: 108’

Calificación: Sólo para mayores de 13 años


Escenario: aeropuerto concurrido y muchas cámaras observando. Roy Millar observa con atención soldaditos de una juguetería (no por azar). June Havens arrastra una pesada valija. Ambos van a tomar un avión rumbo a Boston. Él no se sabe, por el momento, con qué motivo. Ella, asistir al casamiento de su hermana y, de paso, regalarle a su padre unas piezas de motores. Se chocan en varias ocasiones (no por casualidad). Él es Tom Cruise (por lo tanto tiene aspecto de espía de EE.UU.). Ella, una chica norteamericana de clase media (tonta).

El espectador no se sabe por qué viajan de Wichita a Boston. Los vemos ascender a un Boeing 727. La rubia en tanto se arregla en el toilette para seducirlo, él mata a todos los pasajeros del avión que lo atacaban con furia casi oriental (lo juro por los hermanos Lumière).

La chica ni se da cuenta que está rodeada de cadáveres (incluidos los pilotos) y se decide a besarlo. El galán misterio, impasible, le informa de la situación. Es lógico: la rubia se asusta. Pero él hace descender el moderno avión en un maizal por caprichos del guión (lo juro por Paddy Chayefsky). Mientras la banda sonora aturde con algo parecido a música internacional compuesta para filmes de acción (lo juro por John Williams) comienza una serie de correrías inexplicables por una Boston tan solitaria como el desierto de Alabama, y en cuyos túneles despanzurra a perseguidores que manejan autos lujosos que chocan con otros no menos ostentosos y hasta el galán remedando sus misiones imposibles hace acrobacias sobre el capote con una velocidad indigna de un aspirante a montajista (lo juro por Sergei M. Eisenstein y la escena de la escalera en “El acorazado Potemkin”).

Nada importa que sea coherente. Ella, rehén de él, van de Boston a Austria, de Austria a un islote tan chico que apenas caben los dos pero, eso sí, el muchacho se encarga de cocinar pescados a la parrilla. La droga (por segunda vez) y la traslada a Boston en un helicóptero. Violando todos los principios del buen cine de suspenso (lo juro por don Alfred) son secuestrados y vaya a saber cómo el joven espía logra que se liberen y corran por obra y gracia del sortilegio de los fundidos que permite el cine y hasta aparecen en plena feria de San Fermín para ser corridos por los toros hasta la mismísima plaza circular atestada de gente. Eso sí, él maneja una moto y ella (sentada al revés, provista de dos pequeñas pero certeras metralletas) mata a unos cuantos (total, van ya más de cincuenta los que han sido despedidos al más allá por Cruise y su rápida discípula en tiro (lo juro por John Woo). En la trama resulta que la culpa la tiene una batería peligrosa inventada por un joven con aspecto y actitudes de nerd de series estadounidenses dignas de verse al atardecer comiendo papas fritas y una gaseosa energizante.

Lo lamentable es que en medio de este pastiche está Peter Sarsgaard (el mismo de tantas buenas películas, por ejemplo la candidata al Oscar del año pasado “Enseñanza de vida”). Sólo sus necesidades económicas explican su intervención.

En cuanto a Cameron Diaz sólo puede decirse que cumple su itinerario con rostro desorientado, con mirada aturdida y sin saber en qué empresa la metió James Goldman (en cuya filmografía figura la segunda versión de “El tren de las 3:10”). Es una lástima (lo juro por la sonrisa de Cameron).

En fin, para que a uno le crean lo mala que esta película hay que recurrir a los dioses del Olimpo del Cine y jurar por ellos. Ojalá sean capaces de perdonar tanta ignorancia fílmica.


Hernando Harb

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