UNA NOCHE FUERA DE SERIE de Sharon Levy - HERNANDO HARB

jueves, 1 de julio de 2010 en 15:22

















UNA NOCHE FUERA DE SERIE

Título original: Date night

Origen: Estados Unidos, 2010

Género: Comedia

Director y coguionista: Sharon Levy

Intérpretes: Steve Carell (Phil) – Tina Fey (Claire)- James Franco (Taste) – Kristen Wiig (Haley Sullivan) – Mark Ruffalo (Brad Sullivan) – Taraji P. Henson (Detective Arroyo)

Duración: 89’

Estreno en la Argentina: 8 de abril de 2010

Calificación: No apta para menores de 13 años


Nada nuevo en el cine de las comedietas norteamericanas que nos invaden con la fuerza de un tsunami muy prolongado. Ésta es la deducción que a uno le asalta a los diez minutos de proyección. Si el espectador permanece en su butaca es, tal vez, porque deposita un vestigio de esperanza en algunos actores de reparto (por ejemplo en la intervención de la negra Taraji P. Henson, otrora candidata al Oscar como mejor actriz de reparto por El extraño caso de Benjamín Button. En vano.

La nueva comedia del diletante (nunca más adecuado el término) Sharon Levy (responsable de un entretenimiento liviano como Una noche en el museo) es un desfile de lugares comunes indignos de un principiante.

La historieta se inicia con un matrimonio que está viviendo la comezón del séptimo año. Porque la bonita Claire y Phil tienen una actividad conyugal tan desinteresada que uno se pregunta por qué no recurren a la fantasía de la mente o a algunas triquiñuelas habituales (más o menos secretas) para revitalizar tanta indiferencia. Cada uno tiene un trabajo eficiente, un par de hijos dignos de la familia tipo del cine made in USA y un grupo de amigos (matrimonios en crisis) que se reúnen para leer libros de autoayuda o referentes a cambios hormonales. Típica afición norteamericana a todo lo referente a humores corporales, dilemas eróticos y sentimientos defraudados que paren compuertas a adulterios inminentes.

Hasta que Claire se decide una noche, se viste como para salir a festejar lo que sea y el taciturno de Phil opta por darse un baño y salir.

Concurren al mejor restorán de Maniatan, donde se enteran que las reservas se hacen con un mes de anticipación. Prefieren esperar que el azar los ayude y ¡abracadabra! Hay una mesa reservada para un matrimonio apellidado Tripplehorns que está desocupada y los cónyuges se hacen pasar por los consortes ausentes.

Lo que viene es fácil de adivinar: han suplido a una pareja mezclada con individuos de mala reputación que transitan el filo que divide tenuemente a la institución policial con la mafia.

Claire y Phil correrán las mil desventuras, hasta el colmo de hallarse en plena Maniatan con un aspecto digno de vagabundos ante la indiferencia de los transeúntes (algunos miran a la cámara repartiendo sonrisas) y sufriendo un ataque de manía persecutoria explicable. El resto es un desfile de muñecos de un guión escrito a los apurones con algunos destellos que parecen casuales entre tanta trivialidad.

Casi seguro que Tina Fey está condenada a hacer de la amiga chismosa o de segundona sentimentaloide en futuras comedias de la Fox. Y Steve Carell, se resignará a recordar que una vez fue el Superagente 86 o un soltero virgen ¡a los 40! En tanto espera que la magia de Hollywood lo llame para componer con esfuerzo una banalidad para ser trasmitida por cable los sábados a la tarde.

Lo lamentable es que nombres como los de James Franco (un tatuado Taste) o Mark Ruffalo figuren en esta olvidable película que debió ser recluida en el cajón de los trastos desechables de un desván de los suburbios neoyorquinos.


Hernando Harb

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