EL CORREDOR NOCTURNO de Gerardo Herrero - Hernando Harb

jueves, 22 de abril de 2010 en 15:57
















“El corredor nocturno”

Fecha: 2009/10

Origen: España/Argentina

Fecha de estreno: 20 de octubre de 2009 (en la Argentina)

Género: suspenso

Director: Gerardo Herrero

Guión: Nicolás Saad

Basado sobre la novela de Hugo Burel

Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, Miguel Ángel Solá, Erica Rivas, Jorge Sabate, Roberto Vallejos.

Producción: Gerardo Herrero y Vanesa Ragone

Música: Lucio Godoy

Fotografía: Alfredo Mayo

Duración: 95 minutos.

Calificación: Para Mayores


La ambición desmedida se vincula con el poder. Inevitablemente. La novela de Hugo Burel (editada por Alfaguara) lo rubrica con énfasis desmedido en este filme de reciente lanzamiento en formato dvd. La adaptación recoge la premisa con menos desmesura y la traiciona al convertir el símbolo en una representación real, lo que destruye la atmósfera casi onírica del relato y termina por desconcertar al voyeur/espectador, quien –descolocado- trastabilla entre la representación del Poder (con mayúscula) y su existencia concreta.

La historia de Eduardo López, subgerente de una aseguradora multinacional, y su pasado de trepador en la empresa que intenta aplacar practicando el deporte de corredor por un nocturno Puerto Madero (barrio donde vive con su ¿cómplice? esposa) es en un principio sugestiva. El español director Gerardo Herrero la acentúa mediante travellings largos y un fondo musical tenso. El protagonista, luego de un fracasado negocio en Madrid, conoce a un hombre vestido de negro que dice llamarse Raimundo Conti y que le ofrece una propuesta exitosa. El desconocido es el acuciante representante del Poder, quien lo acosará al atribulado López en los instantes inesperados de su carrera de empresario ascendente.

El juego se inicia entre negativas (de Eduardo) y sonrisas cínicas (de Conti), en el medio se agitan los fantasmas del pasado y los configuran un futuro económico prometedor económicamente. El director Herrero mantiene el suspenso con el uso de planos y contraplanos medidos por breves diálogos. Si la primera media hora esta intención no decae es gracias a la irrealidad del proponente/acosador y los titubeos de la víctima/acosado. Uno puede suponer que Conti es la conciencia de López, que “personificada” concreta los deseos sórdidos del subgerente que se “desestresa” con sus carreras protegido en una nocturnidad que sofoca temporariamente sus culpas.

Pero es en la escena donde Conti se reúne con el matrimonio López en una cena cuando el clima se rompe, y es interrumpido por la presencia un tercero (Clara, la esposa) quien “visualiza” a quien hasta ese momento parecía una fantasmal alusión al remordimiento, o sea una existencia distante de la realidad urbana. Es a partir de esa secuencia donde se interrumpe la “irrealidad” y la historia se derrumba ante el artificio y la contradicción. ¿Conti existe? ¿Es resultado de la imaginación de López? ¿Por qué nadie lo ve a ese infiltrado en la intimidad de un subgerente sin escapatoria? ¿Por qué la posesiva Clara logra verlo?

Herrero –o el autor del libro, el uruguayo Burel- oscilan sin quererlo entre una atmósfera onírica –hay un asesinato con neblina que recuerda el smog londinense de los thrillers sesentistas- y una denuncia con moraleja incluida acerca de una sociedad donde el poder económico está en la cima de cualquier valor. Porque esto último es lo que delatan algunas referencias astutas, por ejemplo el obsequio de la marca de un cigarro preferido por un capitoste soviético, o el spanglish del magnate que arremete contra sus empleados tratándolos como cifras borrables ante los caprichos contables.

Esa falla no desmerece una primera parte digna de apreciarse, y que Herrero no persiste en mantenerla signado por un guión vacilante.

Hay que subrayar que el prolífico director español fue uno de los productores de “El secreto de sus ojos” y hasta de “Tierra y libertad” del inglés Ken Loach. Un currículum atesorado en los bonus del dvd, que incluye este semitraspié de un corredor solitario y nocturno que se fatigó después de unos treinta minutos de metraje triunfador.


Hernando Harb

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